26 octubre, 2011
Parece mentira, pero se acaban de cumplir 10 años del sistema operativo más longevo y exitoso que publicase Microsoft hasta el momento. Luego del olvidable Windows Millenium Edition (un intento fallido de crear un sistema operativo multiuso, combinando el núcleo de arranque de MS-DOS con el código fuente de NT), Microsoft encontró finalmente en XP la solución para obtener esto mismo, pero liberándose definitivamente del ya obsoleto DOS (que a partir de entonces se convertiría en apenas una consola de comandos).
De todas formas el cambio no fue fácil. Para los que veníamos trabajando en redes, por ejemplo, se nos complicó bastante la mixtura entre equipos con Windows 98 y los “nuevos” XP. Si bien en la teoría no debían tener problemas, en la práctica el resultado eran máquinas que no se “veían” entre sí, o que compartían sólo algunos recursos.
También recuerdo esa fatídica noche cuando el virus Blaster se propagó por Internet, explotando una vulnerabilidad en el servicio LSASS, y haciendo que el equipo se reiniciara automáticamente a cada instante. Llegué a pasar hasta por un formateo completo para encontrarme con la fustración de que apenas conectaba el cable de red, el malware entraba casi al instante, como si le abrieran la puerta de par en par. Pocas veces me sentí tan vulnerable como en esa ocasión. Afortunadamente a las primeras horas del día siguiente los sitios de los principales antivirus ya tenían publicada una herramienta para eliminarlo, y Microsoft el parche para corregir la vulnerabilidad.
Luego del SP1 ya todo fue cuesta abajo. El sistema se volvió mucho más estable y seguro, se fue adaptando sin mayores problemas a las nuevas tecnologías, y para los nuevos procesadores resultaba casi imperceptible dadas sus escasas necesidades de recursos en proporción.
¿Pero por qué del éxito de este sistema? Básicamente porque tanto Microsoft como los usuarios encontraron en él un sano equilibrio entre capacidad, rendimiento y estabilidad, lo que llevó a que la empresa se tomase un tiempo récord en dar con su reemplazo. Para colmo Vista fracasó rotundamente esta misón (muchos lo compararon con Windows ME), y Windows 7, si bien es un excelente sistema, recién ahora logró superar a XP en inserción en el mercado (que todavía conserva el 38%).
Las netbooks también contribuyeron a esta prolongación de la vida útil. Las primeras versiones del procesador Atom no podían cargar con demasiado peso por el lado del software, y XP les vino como anillo al dedo a muchísimos fabricantes al momento de elegir qué sistema preinstalar: liviano y todavía funcional.
Si bien Microsoft anunció hace mucho la “despedida oficial” de XP, se vieron obligados a aplazar esa fecha en reiteradas ocasiones por pedido de los usuarios. Ahora ya no se vende de manera oficial, y el soporte es cada vez menor. De todas maneras, los que tienen el SP3 instalado cuentan todavía con un soporte extendido hasta el 8 de abril de 2014. Por lo que, aún con Windows 8 en el mercado, todavía estaremos hablando de este “viejito”, que como ninguno supo madurar y convertirse en un verdadero icono.
¡Felices 10 años XP! No me atrevo a augurarte otros 10, pero estoy seguro nos estarás haciendo compañía más de lo que imaginamos.