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Una incipiente industria informática crece en el Perú


Una visita a algunas de las áreas informáticas de los grandes centros comerciales puede depararnos sorpresas: en medio de la vorágine de pantallas, CPU y periféricos hoy ya podemos hallar marcas creadas en el Perú, que van ganando espacio frente a los nombres globales.

Casi sin darnos cuenta, en los últimos cinco años, el Perú ha visto el surgimiento de una incipiente industria informática, que atiende a empresas y hogares por igual. Su ventaja: la rápida adopción del conocimiento que las corporaciones difunden en los países en desarrollo y la casi inmediata incorporación de lo último de la tecnología.

A su vez, el desarrollo de programas informáticos ha respondido rápidamente a las necesidades de las empresas nacionales, que demandan soluciones personalizadas, aunque, cual nacimiento prematuro, la situación de la industria aún es frágil y tiene muchos pendientes que solucionar para consolidarse.

Según Juan Quintanilla, gerente de Línea de Negocio de la ensambladora de computadoras nacional Advance, que ocupa el tercer lugar del mercado con más de 24.000 unidades vendidas, “nuestra idea es ser más eficientes. Respondemos más rápido a la demanda nacional. Esa es nuestra principal ventaja”.

Advance pertenece al grupo Deltron, que decidió lanzar su marca de computadoras hace cinco años y tiene dos plantas de ensamblaje: una de desktops y otra para notebooks, informó el portal elcomercio.pe.

“Las empresas nacionales contamos con una gran ventaja respecto a las extranjeras: nuestra oferta es flexible y está más cerca al consumidor local. Reaccionamos rápido ante las nuevas preferencias de las empresas y el público”, agregó el ejecutivo. Asimismo, las marcas nacionales pueden repotenciar los productos que no tienen mucha demanda. “Podemos ser más eficientes porque no incurrimos en grandes costos de almacenaje”, señaló.

El “boom” del ensamblaje nacional se inició hace unos cinco años, entre las cuadras 11 y 13 de la avenida Wilson, en Lima. El emblemático Compuplaza se ha mantenido como el centro de esta actividad.

Con casi un millón de visitantes mensuales, las consultoras internacionales de este negocio consideran que esta zona ya se ha convertido en un “hub” tecnológico, es decir, un centro de concentración de producción y distribución del negocio informático. Sin embargo, en este emporio conviven los negocios serios y la informalidad.

Además, otros centros informáticos se han comenzado a abrir en el Cercado, Miraflores, Callao, Huan-cayo, Trujillo y Arequipa. El crecimiento de las cadenas de centros comerciales es el factor que ha impulsado estos proyectos.

Una de las más sólidas iniciativas de empresas formales de Wilson, que ya se ha consolidado como proveedor de las principales casas comerciales del país, es Integrex, cuya marca Exim se ha posicionado en el segmento de gama alta (última tecnología) entre los buscadores de alto rendimiento.

“Nosotros hemos forjado nuestro nombre cultivando una red de recomendaciones. Ese ha sido el espíritu del trabajo aquí en Compuplaza, y creo, el de toda la industria informática del país”, opina Manuel Amau, gerente general de Integrex.

El rápido desarrollo del ensamblaje se ha sustentado en una serie de factores claves. A decir de los consultados, las políticas de transferencia de conocimiento de los productores globales ha sido crucial para este desarrollo. Incluso, estas iniciativas han impulsado la formalización del sector.

Quintanilla y Amau citan dos casos particulares: Intel y Microsoft, quienes despliegan campañas de capacitación de sus productos entre los ingenieros y ensambladores nacionales, antes de los lanzamientos mundiales.

Otra clave de esta industria ha sido el crecimiento económico experimentado en el país. “El negocio ha estado atado a la evolución de la economía. Por ello, hemos sentido una desaceleración de ventas que esperamos remontar hacia fin de año”, comentó Amau. Quintanilla coincide con él. “El cierre de año siempre es mejor para las marcas nacionales”, sostiene.

Pese a lo comentado, la industria informática dista aún de estar consolidada. “La informalidad es un cáncer para nuestra actividad porque disipa el esfuerzo de las empresas formales”, comenta Amau. Por ello, reclama una política gubernamental para incentivar la formalización del sector, que acelere el desarrollo de los centros informáticos.

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