14 febrero, 2012
En su cuenta de Twitter, Hamza Kashgari se despachó: “en tu cumpleaños, diré que he amado al rebelde en ti, que siempre has sido una fuente de inspiración para mí, y que no me gustan los halos de divinidad alrededor de ti. No rezaré por ti”.
Estas últimas frases dispararon en seguida, y a pesar de haber borrado esa entrada, más de 30 mil respuestas negativas hacia Kashgari, y al tiempo hasta se formó una página en Facebook pidiendo su ejecución.
El joven periodista fue acusado de aspotasía, quedando en una situación muy difícil: en Arabia Saudita, país en el cual la Sharia es tomada casi al pie de la letra (según las propias autoridades), la ley musulmana es la ley estatal, y para la apostasía el castigo es la muerte.
Kashgari intentó huir a Nueva Zelanda, pero fue capturado en Malasia, país de mayoría musulmana, pero que no considera la apostasía como crimen de pena capital. Varios abogados especialistas en Derechos Humanos intentaron que Kashgari no fuera repatriado, pero de todas formas, a raíz de los acuerdos bilaterales de extradición, y a pesar de la negativa de la Unión Europea y Amnistía Internacional, el periodista fue finalmente repatriado. Ahora pesa sobre él la acusasión de apostasía, ya determinada por el grupo de notables religiosos, y enfrenta la muerte como castigo.