La dificultad radica un poco en que la API de Twitter es cada vez más restrictiva, otro poco porque Facebook básicamente desconoce cualquier cosa que no sea él mismo y por último –sean optimistas: quizás sobre esto podamos hacer algo– por culpa de los acortadores de URL.

La primera parte de la solución consiste en dejar de utilizar la conexión de Facebook con Twitter –y la de Twitter con Facebook, si estuviera activa– para que no haya réplicas de los contenidos de una red en otra. Cada una, además, tiene su propia gramática, por lo que ni siquiera es una gran idea en términos de construcción de contenidos establecer esa conexión. Es decir que si queremos tener modos de difusión óptimos en ambas plataformas no hay una solución fácil.

Convendrá generar cada uno de los contenidos por separado, realizando “a mano” la adaptación necesaria. Esto puede resultar obvio para los que trabajan de manera minuciosa, a modo de orfebres, con el lenguaje. Pero se puede hacer enojoso de comprender para quienes recién se inician y buscan automatismos mágicos.

Una vez desconectadas las cuentas será necesario elegir un “hub” social para administrar todo el contenido: nuestra recomendación es Hootsuite, muy potente e igualmente fácil de usar. Al momento de crear una publicación con [Escribir mensaje…] tendremos cuidado de pegar el enlace en el texto en lugar de usar el cuadro [Añadir vínculo] y presionar [Acortar].

De este modo, Hootsuite enviará el mensaje con la URL completa y luego cada servicio se encargará de acortarla a su modo, pero respetará el origen –que será el contenido mismo– y mostrará entonces la miniatura sin problemas.

Por supuesto, para que esto ocurra las imágenes y videos deben estar en línea o en un servicio de alojamiento en la nube, como Dropbox. Una vez habituados al trabajo con Hootsuite, podremos publicar cómodamente tanto para Facebook como para Twitter, aprovechando lo mejor de cada red.