24 julio, 2015
Esta nota fue publicada originalmente en la edición 140 de revista POWER. Podes suscribirte a la versión impresa y/o digital aquí
Antivirus y juegos
Los antivirus o suites de seguridad modernas son grandes consumidoras de recursos. Y no debemos culparlas, porque los peligros son múltiples y exigen un monitoreo en tiempo real para protegernos adecuadamente.
Ahora bien, cuando estamos jugando es muy poco probable que hagamos alguna otra cosa con la PC: no revisaremos el email, no bajaremos archivos, no ejecutaremos programas nuevos.
Por eso es que la mayoría de los programas antivirus incluyen un modo específico para sesiones de juegos (Game Mode) que desactiva varias funciones del antivirus durante el tiempo que dure la sesión de juego. En algunos debemos activar el modo para juegos de manera manual, mientras que en otros se puede configurar para que detecte la ejecución de los juegos.
Por supuesto, el game mode también suspende los escaneos de seguridad programados para no arruinarnos el tiempo de diversión.
Agregar memoria
Más allá de la optimización que podamos hacer del software, llega un momento en que no queda otra opción más que mejorar el hardware. Si nuestra placa de video y microprocesador están dentro de los parámetros aceptables, podremos mejorar notablemente la experiencia de juego al agregar memoria RAM.
Hoy en día debemos contar con un mínimo de 4 GB. Hay juegos de última generación que no se instalan si no tenemos esa cantidad (como GTA V).
Si queremos mayor soltura, podemos ir por 8 GB. Esta es la cantidad que hoy se recomienda para armar una PC nueva para usos generales.
Pero si tenemos un procesador rápido, VGA poderosa y queremos prepararnos para el futuro, 16 GB es la mejor compra.
¿Ahora bien, cuál es el beneficio? Para empezar, hay que decir que si se trata de juegos más bien viejos, la realidad es que la mayoría de ellos nunca utilizarán más de 3 GB. Así que aquí no habrá diferencia entre tener 4 GB u 8 GB. Eso, claro está, siempre que no se tengan otros programas ejecutándose a la vez (como navegadores de Internet, mensajeros, antivirus, etc.).
En juegos modernos y pesados, la PC con 8 GB tendrá una ventaja notable en la velocidad de arranque del juego y en la carga de niveles. Un equipo de 16 GB generalmente no mostrará una ventaja importante sobre otro de 8 GB, a no ser que estemos utilizando un juego nativo de 64 bits, capaz de utilizar una gran cantidad de RAM (como el simulador de aviación DCS World o el novísimo Battlefield Hardline).
Aplicaciones en segundo plano
Cada pestaña de navegador y cada programita mínimo ocupan un espacio en memoria y exigen ciclos de la CPU. Estos recursos son “robados” a nuestros juegos e impiden que la PC les dedique todo el poder de su hardware.
Por esa razón, si no tenemos una PC muy poderosa, debemos cerrar todo antes de comenzar a jugar.
El administrador de tareas de Windows siempre será nuestro amigo. Podemos presionar <Ctrl+Alt+Supr> para acceder a esta herramienta de Windows y ver la cantidad de RAM que está ocupando cada programa. También podemos, desde el mismo Administrador, cerrar programas que estén ejecutándose en segundo plano (ocultos).
Defragmentación
Si no tenemos dinero para armarnos un RAID o para comprar un flamante SSD de alta capacidad, deberemos dedicarnos a optimizar de la mejor manera el disco duro tradicional de nuestra PC. La defragmentación es un proceso que se encarga de ordenar y agrupar los fragmentos de archivos que se encuentran desperdigados sobre la superficie de los platos del disco duro.
Algunos dicen que la defragmentación es un mito, que no mejora nada. Pero la realidad es que el procedimiento tiene su lógica (los cabezales del disco deberían moverse muy poco para encontrar las distintas partes de un archivo) y hay múltiples herramientas de software para realizarlo.
Podemos dejar la PC defragmentando durante la noche o en cualquier otro momento ocioso y ni siquiera perderemos tiempo.
Windows incluye un degramentador de disco (basta con invocarlo en el cuadro de búsqueda del sistema). Utilizarlo es lo más recomendado, aunque también hay aplicaciones de terceros, como Defraggler.
Espacio en el disco
Debemos estar atentos al espacio disponible en el disco duro C:. Recordemos que Windows crea allí los archivos de intercambio que son de gran tamaño y tienen un gran impacto en la performance.
Es una buena idea realizar la instalación de los juegos en una partición dedicada o en otra unidad, para no afectar el espacio necesario para el sistema operativo.
Temperatura en notebooks
Al jugar en una computadora portátil no debemos olvidar configurar el modo de ahorro de energía del equipo (accesible en el área de notificaciones de la barra de tareas) en el modo [Alto Rendimiento].
Si notamos que la computadora calienta demasiado y los juegos se ponen lentos, probablemente estemos sufriendo los efectos del “throttling” del procesador. Es decir que el chip baja su velocidad automáticamente para protegerse. En este caso debemos revisar si el sistema de ventilación no está obstruido y que el ventilador sople aire adecuadamente. Si eso no es suficiente, podemos modificar la configuración del plan de energía para reducir la frecuencia máxima del microprocesador a un nivel inferior al máximo (por ejemplo, al 90 %).
Discos SSD
Hay juegos en los que los tiempos de carga es una cuestión grave, debido a la gran cantidad de datos que se manejan. Una manera de acelerar la carga es, como dijimos antes, contar con una cantidad adecuada de memoria RAM.
Pero en el fondo todo termina dependiendo de la velocidad de lectura de nuestro disco duro.
Un disco duro tradicional tiene una velocidad pico de entre 100 y 120 MB/s (megabytes por segundo). En comparación, un SSD de última generación supera los 500 MB/s. Esa diferencia abismal se deja sentir, por supuesto.