28 agosto, 2013
SnapChat es un servicio de mensajería basado en imágenes que, al mejor estilo Misión Imposible, se autodestruyen luego de unos segundos. Esta aplicación es quizás una de las de mayor crecimiento en el universo móvil y fue creada en 2012. Su popularidad no solo es extensa sino que abarca una buena variedad de usuarios. La compañía consiguió reunir USD 60 millones en su última ronda de inversores y actualmente se valora en USD 800 millones.
Sin embargo, la empresa podría sufrir un serio revés dado que han aparecido aplicaciones como Snap Save, que permiten guardar los snapchats sin que quien envía la imagen lo sepa. El hecho es que toda la fuerza de la aplicación y de la empresa descansan detrás de la garantía de seguridad y privacidad que brinda el servicio. Brian Solis, analista de Altimeter Group, señala: “Lo que hace a Snapchat tan prometedor y popular es la ilusión de las imágenes que se auto destruyen. Sin embargo, la idea de que Snapchat es un ambiente seguro es fruto de un malentendido”.
La fragilidad de la característica principal de la aplicación comparada con el gran volumen de inversión en la empresa, ha llevado a los analistas a preguntarse si la compañía le ha explicado a sus inversores los riesgos que el emprendimiento tiene. Solo para complicar un poco más la situación, sus fundadores, Evan Spiegel y Bobby Murphy, se encuentran en una batalla legal de alto perfil por el 20% de la compañía que el cofundador Reggie Brown reclama como suyo. Brown señala que fue él quien aportó la idea original y creó el logo del servicio.
Chris Chute, Director de investigación en IDC, señaló que aunque haya preocupación sobre el sistema de privacidad de la aplicación esto no necesariamente repercutirá de forma negativa en su principal grupo de usuario, los adolescentes. Denis Phelps, miembro de Institutional Venture Partners, uno de los grupos inversores de la empresa explicó: “El tipo de conexión que los mensajes de Snapchat ofrecen a la personas es único, y la naturaleza temporal de las fotos y videos a menudo crean una sensación de excitación y urgencia que es rara en esta era de sobrecarga de información”.
Fuentes: New York Post