12 febrero, 2016
Luego del anuncio emitido ayer por la Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory (LIGO) sobre la confirmación de la teoría de las ondas gravitacionales o gravitatorias, comenzó un nuevo camino para la ciencia. “Este descubrimiento es muy importante desde un punto de vista académico y tecnológico”, aseguró el director del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del CONICET UBA, Fernando Lombardo, en diálogo con radio Mitre.
Este descubrimiento se trata de la primera detección directa de las ondas gravitatorias. Según confirmó la investigadora argentina de LIGO y una de las encargadas de llevar adelante esta investigación, Gabriela González, este hecho confirma el efecto producido por grandes masas que crean inmensos campos gravitatorios.
“En este caso es la colisión de dos agujeros negros que están a mil trecientos millones de años luz de distancia. Este choque genera un campo que se expande en forma de ondas, al igual que las ondas de luz o radio, y se propaga a la velocidad de la luz deformando el espacio tiempo por el cuál pasan”, afirmó Lombardo.
Este choque duró sólo fracciones de segundo ya que se trató de “dos grandes agujeros de 30 masas solares que colisionaron a la velocidad de la luz y formaron un solo agujero”. La velocidad de acercamiento fue muy rápida y, una vez que se produjo, hubo un remanente de energía “equivalente a cinco soles” que se desparramaron por el espacio en forma de ondas, que fueron las detectadas por el equipo de LIGO.
Lo interesante del descubrimiento es que fue, en cierta medida, doble. “Esto va a permitir que podamos ver el espacio más allá de la radiación electromagnética. A nivel teórico sabíamos que los agujeros negros podían chocar, pero nunca habíamos visto uno”, aseveró Lombardo. De esta forma, se confirmaron las dos teorías y se “descubrió un nuevo sentido que nunca se había desarrollado, más allá de la observación”.
Este fenómeno, que ocurrió a miles de millones de años luz de distancia “es comparable a un estanque al que se le arroja una piedra y donde se formaran olas”. “Una vez que nosotros la recibimos las distorsiones ya son menores y por eso no las podemos percibir en nuestra vida cotidiana aunque nos estén atravesando todos los días”, continuó el director de la UBA. Esto fue posible gracias a los avances de la tecnología desarrollada en estos últimos 25 años, los cuáles pudieron detectar estas pequeñas perturbaciones.
Por último, el investigador de la UBA destacó la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein, formulada hace poco más de cien años. “Es deslumbrante que Einstein pudiera desarrollar el solo toda la teoría. En todas sus ecuaciones estaban contenidas estas ondas que eran una mera predicción teórica y que eran el único componente que faltaba comprobar en un laboratorio. Ahora, toda la teoría está completa”.
¿Cuál es el siguiente paso? “Esto abre muchas posibilidades, pero es solo el comienzo y hay que seguir trabajando. Este descubrimiento produce lo que se llama astronomía gravitacional, que permite observar al universo gracias a los efectos gravitatorios que, si bien no se pueden ver, ahora los podemos advertir gracias a este nuevo sentido”, finalizó Lombardo.