29 julio, 2015
En la última semana, comenzó a discutirse un tema que es y será polémico: las armas autónomas. En una primera instancia, este concepto puede sonar amenazante, peligroso aunque también algo surrealista. Sin embargo, estas máquinas existen, están programadas con principios básicos y no necesitan que un ser humano toque un botón ni jale un gatillo para disparar.
Este prospecto pesimista de un futuro plagado de máquinas dedicadas a la eliminación de la raza humana (al mejor estilo Terminator) convocó a que grandes personalidades del mundo de la ciencia y la tecnología le intenten poner un freno a este avance. En el marco de la International Joint Conference de Inteligencia Artificial en Buenos Aires, fue presentada una carta abierta con el único objetivo de concientizar a la sociedad y a las empresas sobre el futuro de esta tecnología. Puede ser leida y firma en este link.
Entre las personalidades más reconocidas se encuentran el empresario y CEO de Tesla, Elon Musk, Stephen Hawking, y el co-fundador de Apple, Steve Wozniak, entre otros. Con la inteligencia artificial en la cúspide de su desarrollo, estos personajes afirmaron que “es imperativo controlar sus beneficios para no caer en la destrucción de la humanidad”.
La carta abierta afirma: “Las armas autónomas fueron descritas como la tercera revolución bélica, luego de la pólvora y las bombas nucleares”. Además, sugiere que esta tecnología podría seguir los pasos de la carrera armamentística de la Guerra Fria. “El fin de esta trayectoria es obvio: las armas autónomas serán las Kalashnikovs del mañana. Hoy, la pregunta es ¿La carrera es para desarrollarlas o para frenarlas?”.
Este avance en las tecnologías de guerra podría alcanzar niveles realmente aterradores. Los robots, equipados con armas, tendrían criterio propio para decidir sobre la vida de algún ser vivo en base a un código programado. El costo de un error es, nada más y nada menos, que la vida o la muerte. Mientras este nuevo avance podría significar “más seguridad” para los soldados, tiene el potencial para devastar la vida humana.
Fuente: IFLScience,
