20 mayo, 2014
La enseñanza de programación en las escuelas es motivo de interés en varios países del mundo. Por el lado económico, porque existen más empleos relacionados con la tecnología que los profesionales disponibles para cubrirlos. Desde el aspecto educativo, hay pruebas de que conocer esta disciplina conlleva a adquirir el pensamiento computacional, que promueve la mejora de las habilidades en varios ámbitos de la vida cotidiana.
Para llevar a cabo este debate, el Gobierno lanzó Program.ar, una iniciativa comandada por la Fundación Manuel Sadosky que tiene como objetivo poner en la agenda pública el tema de la enseñanza de programación a los niños y jóvenes. RedUSERS charló con el Lic. Santiago Ceria, Director Ejecutivo de la fundación, para que nos cuente todos los detalles de Program.ar.
¿En qué consiste Program.ar?
La idea es que haya un debate necesario con la forma en que los chicos aprenden computación y qué es exactamente lo que tiene que hacer Argentina en ese sentido. Forma parte de un debate que se está dando en otros países del mundo para está repensar la manera en la que se enseña computación y queremos sumarnos a ese debate y que en la Argentina existan foros de discusión en distintos ámbitos donde discutamos sobre estos temas y se tomen las mejores estrategias involucrando a todos los sectores: el educativo, el productivo y la sociedad en general.
Lo primero que nos parece importante es que se entienda bien qué quiere decir que se aprenda a programar, por qué esto es importante, qué beneficios trae, que los padres piensen por qué sería bueno que sus hijos aprendan a programar, porque aprendiendo a programar podrían conseguir un buen trabajo y porque aprendiendo a programar se aprende a pensar. Todos estos temas que giran alrededor de la problemática nos parece importante que se difundan y conozcan. Nuestro primer objetivo es instalar el debate de manera amplia. Y a partir de esto, ver cuál es la mejor estrategia para que los chicos puedan aprender Ciencias de la Computación, que de manera simple, lo resumimos en aprender a programar, pero en realidad lo importante es que se aprenda la ciencia que está detrás de toda esta revolución que está ocurriendo en el mundo. Y aprender Ciencias de la Computación es algo más que aprender a programar. Pero un porcentaje amplio de la población entiende qué significa programar una computadora.
¿Este debate incluye un cambio en los planes de estudio de las escuelas para que se enseñe programación?
La Fundación Sadosky, que depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología, es un disparador de ideas que están ubicadas en la frontera entre ciencia y educación. No corresponde a la Fundación Sadosky ni a Program.ar en su conjunto indicar hacia dónde debemos llegar. Lo que queremos hacer es que se debata el tema y que la comunidad científica, la comunidad educativa, la comunidad la productiva encuentren la mejor manera para llegar. Igualmente, hay que reconocer que los países que están tomando la delantera en este sentido, están haciendo esto a través de cambios curriculares.
Los sectores que menciona, ¿cómo están reaccionando a esta propuesta?
Estoy muy entusiasmado porque estoy veo que se está logrando el objetivo de que se discuta sobre esto. Ya el hecho de estar hablando con ustedes y que haya notas periodísticas hablando del tema es muy importante. Yo estoy muy contento con lo que estoy viendo, esto es algo que tiende a no generar mucho rechazo. Es bastante difícil encontrar argumentos para decir “no me parece importante que los chicos aprendan esto”.
La comunidad educativa recibe esto con mucho entusiasmo, como una idea que puede generar impacto en la formación de los chicos, como una idea que está alineada con que la educación no esté tan enfocada en los conocimientos, sino en las capacidades y habilidades de los chicos, que es algo que desarrolla muy bien el aprendizaje de la programación y las Ciencias de la Computación. Lo que varía es el peso que le da cada uno a los motivos por los cuales hay que hacer esto, que me parece muy interesante.
¿Cuál es el impacto desde lo educativo?
La gente del mundo educativo y yo particularmente, aunque mi opinión no es tan relevante, es que nos gusta mucho, en mi caso porque lo viví personalmente, es lo que se conoce como el pensamiento computacional: cómo aprender computación y programación ayuda a desarrollar habilidades como la capacidad de abstracción, de modelado y resolución de problemas, generalización, cómo ver si una solución resuelve o no a un problema, qué fallas tiene, saber que hay distintas maneras de resolver un mismo problema, etcétera. Todo esto se aprende muy bien cuando se aprende computación y son cosas que exceden su aplicación en la computación, pues pueden aplicarse para cualquier tipo de problema.
El pensamiento computacional se basa en la idea de que si aprendí computación, también aprendí un montón de cosas que son útiles en muchos aspectos de mi vida en sociedad. Es parecido al tema de la matemática, la “Línea Paenza”: como tu vida tiene matemáticas, las matemáticas te enseñan a pensar. Esto es parecido: tu vida tiene software, entonces el software te enseña a pensar. Más allá del peso de cada sector, lo importante es que hay un caso muy fuerte para trabajar sobre este tema.
¿Y cuál es la reacción desde las empresas?
Es natural que desde el sector productivo, incluso desde el de políticas públicas, haya una preocupación sobre el tema de los recursos humanos. Una línea muy fuerte es que se enseñe computación de una manera distinta o que nadie quiera aprender computación. Porque los chicos que hoy aprenden computación en la escuela y ven Word y Excel, tienen una percepción incorrecta de lo que es la computación. Deciden no estudiar computación ignorando lo que realmente es la computación. A diferencia de otras disciplinas, donde es más obvio de qué se tratan, en la computación la gente no sabe bien qué quiere decir y usar una computadora no tiene mucho que ver con saber computación. Algunos le dan mucho peso a eso porque hay industria que necesita gente, que está limitada en su potencial de crecimiento por la falta de recursos humanos. Y obviamente, en el sector de políticas públicas, también influye que estas tecnologías están cambiando al mundo y quedarse afuera del grupo de países productores de estas tecnologías es quedarse fuera del futuro del valor agregado.
¿Están siguiendo la experiencia de algún país en particular para poder replicar en Argentina?
Hay muchos países de los que se puede aprender. El gran pionero es Israel, que empezó a mediados de los ’90. Pero hay otros países, como Nueva Zelanda, Finlandia y Estonia, que tienen programas muy interesantes, especialmente Nueva Zelanda, que es uno de los países con los que estamos intentando establecer una cooperación. Todos esos países son bastante diferentes a la Argentina: son bastante más chicos, centralizados y donde la posibilidad de desplegar una iniciativa educativa es bastante más sencilla. También tengo que mencionar a Inglaterra, que está haciendo una movida muy fuerte para desplegar una nueva currícula de computación a partir del reporte “Shut Down or Restart” (Apagar o Reiniciar). Tal vez el caso más parecido de Argentina es el de Estados Unidos que, si bien es más grande que Argentina, tiene ocho veces más población y es el líder mundial en todo esto, tiene una problemática similar: prácticamente no se está enseñando Ciencias de la Computación en las escuelas.
Además, es parecido porque tiene un sistema educativo federal, donde los estados en EE.UU. y las provincias en Argentina tienen autonomía para decidir lo que hacen con la Educación. Se parecen en la complejidad y en la escala. Es posible enseñarle hoy a un chico a programar, lo estamos haciendo en la fundación, pero ¿cómo hacemos para enseñarle a dos, tres o cinco millones de chicos? Hay cuatro millones de alumnos en escuelas secundarias y unos cinco en la primaria, ¿cómo se hace para llegar a nueve millones de chicos? Más allá de cómo se llega, si con la currícula o con actividades extracurriculares, es un desafío bastante grande.
Varios “popes” de Internet, como Mark Zuckerberg o Bill Gates, participaron de un video de Code.org donde piden que se enseñe programación en las escuelas, ¿lo que ustedes buscan es similar?
El video de Code.org nos vino perfecto. Nosotros ya estábamos trabajando en el tema y nos vino bárbaro porque tiene una gran potencia e incluye a los grandes popes. Nosotros no tenemos personalidades de ese calibre, no tenemos un Bill Gates argentino. Estuvimos en contacto y agradecimos la iniciativa, y ayudamos con las traducciones. Pero ellos son una ONG y nosotros somos parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología y, por lo tanto, del Gobierno Nacional.
Hace un mes, se inauguró un Núcleo de Acceso al Conocimiento (NAC) en la Fundación PUPI, donde vimos a varios niños trabajando con las computadoras. ¿Qué es lo que hacen los chicos allí?
Lo que se veía era chicos programando en un software freeware que se llama Alice (se puede descargar aquí), desarrollado por la Universidad de Carnegie Mellon, que permite crear animaciones y juegos con programación orientada a objetos. Los chicos programan las animaciones, incluyendo sentencias y métodos, indicando qué es lo que tienen que hacer los personajes. Y tienen parámetros y las mismas construcciones de cualquier lenguaje de programación. Venimos dando estos cursos de programación con Alice desde hace tiempo, a través del programa Dale Aceptar. El año pasado llegamos a 400 escuelas con actividades extracurriculares en todo el país a través de convenios con universidades. Este año vamos a duplicarlo.
Estamos llegando a unos 10 mil chicos en las escuelas y el programa online tuvo unos 25 mil chicos que se anotaron para programar con Alice. También hicimos un acuerdo con el Ministerio de Planificación, que son los que tienen los NAC. Le dimos entrenamiento a los representantes de algunos NAC para que puedan capacitar y ayudar a los chicos que concurran. No somos los únicos: también Educ.ar da talleres de robótica y de programación. Son iniciativas aisladas, que llegan a decenas de miles de chicos, pero al ver que son millones de alumnos uno se da cuenta de la escala.
Con estos que estamos haciendo se cubre un universo acotado, pero son importantes para ir generando todo este movimiento. Porque los docentes de informática ven que los chicos se divierten y se enganchan mucho más programando en Alice que manejando un texto Word. Estas iniciativas van sirviendo: mientras se discuten las políticas públicas y se involucran a todos los sectores, se van haciendo estas actividades extracurriculares que ayudan a que el mensaje llegue.
¿Cómo funciona el NAC en la Fundación PUPI, por ejemplo?
La Fundación PUPI da un espacio para que vayan los chicos después de la escuela. Básicamente, cuidan a los chicos desde que salen del colegio al mediodía hasta que los padres llegan a la casa. Les dan un lugar extremadamente motivador, donde tienen clases especiales, talleres, atención médica, actividades deportivas. Es una especie de escuela/club. El Ministerio de Planificación instaló un NAC ahí y propusimos que los chicos aprendan a programar allí.
Cuando los chicos ven que pueden programar una computadora, ven que está a su alcance y ven que la computadora hace lo que ellos programaron, les pasa lo mismo que me pasó a mí hace 30 años cuando me regalaron una computadora, la programé y dije: “Esto es magia”. Así se replica la experiencia que hizo que tantas personas en los ’80, en la Argentina, se dedicaran a la computación. Y hoy se puede replicar eso.
¿Qué tipo de contenidos ofrecen allí?
Dimos un taller inicial de programación en Alice y ahora estamos trabajando con ellos en un programa de capacitación continua. Lo que queremos es que los que tuvieron ese taller inicial sigan estudiando y que los chicos vayan rotando. Es un buen lugar para hacer estas pruebas piloto: ir testeando material, ver con cuál se enganchan más y con cuál se enganchan menos.
Tenemos como desafío acercar a las mujeres, que por algún motivo se alejaron de estudiar computación y queremos que vuelvan, así que estamos viendo que cosas le resultan más atractivas a las mujeres para aprender programación. Aparte, no dimos el taller en Recoleta, sino en una zona donde los chicos podrían ver la programación como algo más lejano. Pero los resultados fueron muy buenos y la fundación PUPI es todo un símbolo para mostrar hasta dónde se puede llegar con la enseñanza de computación.
¿Es el único NAC donde están dictando clases de programación?
Ya hay varios NACs donde estamos dando cursos. Tenemos convenios con unas 40 universidades de todo el país que están yendo estos años a 800 escuelas a dar estos cursos de introducción a la programación en Alice. Tenemos también el concurso online Dale Aceptar, donde se anotan unos 10 mil chicos por año. Ya hay muchas actividades en los NAC, en las escuelas directamente, en los talleres que organiza Educ.ar y en los festivales de Conectar Igualdad que están recibiendo cursos de introducción a la programación, lo cual nos viene muy bien para poder mostrar el camino
¿Cuáles son los convenios que tienen con las universidades?
Nosotros hacemos convenios con universidades públicas y privadas de todo el país que tengan una carrera de informática. Entonces, va un equipo de la fundación a esa provincia y le da una capacitación a seis docentes o ayudantes sobre cómo darle clases de programación a un chico. Luego va la gente de la Fundación con los docentes a una escuela a hacer un curso piloto para que estos docentes que se acaban de formar vean cómo funciona la dinámica con los chicos. Después, los docentes se encargan de replicar el curso: cada universidad se compromete a visitar 20 escuelas. Estos seis primeros docentes se dividen en dos grupos de tres y se reparten diez escuelas cada una.
Entonces, les brindamos el contacto con la escuela y dan el curso de programación con Alice a chicos de 2º, 3º y 4º año. Y así lo vamos replicando en todo el país y vamos logrando un poco más de alcance. Esos docentes no van a los NAC, sino a las escuelas o los lugares que las escuelas designen. En el caso de los NAC, tenemos a los técnicos coordinadores que ellos mismos pueden ayudar a los chicos y darles capacitación. Todos los cursos de Alice y de Dale Aceptar están en YouTube, donde hay 25 clases de programación en Alice que produjimos en la Fundación.
¿Qué tipo de aplicaciones pueden crear los chicos usando Alice?
Alice es una herramienta que apunta a la curiosidad y creatividad de los chicos. Tiene que ver mucho con contar historias y con desarrollar juegos. Es una linda forma de acercarse a la programación. El chico que hace algo en Alice termina haciendo una animación: en un mundo, hay personas, animales, objetos a los cuales el chico, programando, les da cierto comportamiento y puede contar una historia. Por ejemplo, un niño que sale a pasear con su perro y se encuentra con alguien, una historia de terror, algo divertido o un cuento sobre el bullying.
También pueden crear un juego de fútbol y ver la diferencia entre jugar algo que ya está hecho y poder crear su propio juego. Eso es algo bastante común: en cuanto alguien aprende a programar, lo primero que quiere hacer es un juego. Cuando alguien empieza a programar en Alice, no tiene que hacer una aplicación web o un sistema de información o algo “científico” o “aburrido”; sino algo similar a lo que los chicos usan en sus computadoras.
¿Es posible exportar la aplicación o la animación para ejecutarla en otras máquinas?
Cuando se ejecuta el programa de Alice, se ve la animación y se puede exportar a algún formato de video. Para ejecutar el juego, hay que ejecutar antes el entorno de Alice. Igualmente, es un entorno bastante liviano, es un EXE, no es una gran aplicación que es muy fácil de instalar. Nosotros vamos a una escuela con cinco pendrives con Alice y en diez minutos ya lo tenemos instalado en todos lados. Y los chicos pueden exportar un AVI de lo que hicieron.
¿Alice funciona en las netbooks de Conectar Igualdad?
Anda muy bien en la segunda generación de netbooks de Conectar Igualdad (NdR: 2 GB de RAM, chip Atom N450), a pesar de que es bastante demandante de recursos, sobretodo Alice 2.2, que es la última versión estable. Corre tanto en Windows como en GNU/Linux, así que se puede instalar en Huayra.
¿Efectúan algún tipo de seguimiento sobre la evolución de los chicos que se acercan a ustedes?
Nosotros hacemos el seguimiento online de los chicos que se van anotando, les pedimos su información y que nos sigan en Facebook como permanentemente dando más material para que prueben más tecnologías. Lo otro que hicimos fue el sitio estudiarcomputacion.gov.ar que los orienta en el tema de las carreras: en qué universidades se puede estudiar, cuál es la diferencia entre estudiar Informática, Ciencias de la Computación, Ingeniería, Licenciatura, Tecnicatura.
Tratamos de dar un poco de luz a la hora de elegir una carrera y este año vamos a estar agregando información sobre las secundarias técnicas para los chicos que quieran aprender computación desde la escuela. También tienen videos motivacionales de gente que se dedicó a la computación y qué es la computación. E hicimos un estudio bastante grande sobre por qué las mujeres no están estudiando computación: son menos de 13 por ciento.
Fotos: Gentileza Fundación Sadosky