15 octubre, 2012
Las impresoras 3D —con las que es posible fabricar objetos tridimensionales a partir de un archivo de datos— surgieron como una herramienta para el desarrollo de prototipos industriales. Con el paso de los años su precio ha ido bajando, y hoy en día comienzan a ponerse al alcance del usuario común: los modelos más baratos ya rondan los US$ 2.000.
En la actualidad ya existen varias páginas web (como Thingiverse) con diseños 3D listos para descargar e imprimir gratuitamente, lo que anuncia que la revolución digital que modificó de raíz la distribución de música, películas y libros, está a punto de desembarcar también en el mundo de los objetos físicos.
Los diseñadores industriales comienzan a enfrentarse al mismo problema que los autores: cómo proteger sus creaciones. La primera solución proviene de Intellectual Ventures, uno de los principales trolls de patentes del mundo, que acaba de patentar un sistema para gestionar los derechos de producción de objetos llamado “Sistema de control de fabricación”.
Esta patente lleva la gestión digital de derechos (DRM por sus siglas en inglés) no sólo al área de la impresión 3D, sino que también cubre la utilización de archivos digitales para “extruir, estampar, fundir, imprimir, pintar y tatuar” con materiales como “piel, tela, sustancias comestibles, papel o silicio”.
“Es una patente muy amplia”, asegura Michael Weinberg, abogado miembro de la ONG Public Knowledge. “Las personas están comenzando a aceptar que va a haber un acceso generalizado a las impresoras 3D, y que van a poder crear una amplia variedad de objetos. Hay gente que quiere controlar eso, y esta patente indica que están pensando cómo hacerlo”.
Fuente: Technology Review