5 febrero, 2013
Hasta ahora el informe había sido secreto, pero el examen legal ha mostrado a las claras las posibilidades de acción del presidente estadounidense Barack Obama. Los parámetros establecidos tienen que ver con una reciente iniciativa del gobierno para establecer las primeras reglas sobre las acciones militares y de defensa en el campo de batalla de las redes.
Otros puntos que se está considerando es como deben actuar las agencias de inteligencia si el presidente aprueba ataques a rivales a través de códigos destructivos aún en tiempos de paz. Sin embargo, las reglas van a permanecer clasificadas, por lo que nunca sabremos que protocolos se siguen en cada caso, salvo que ocurra alguna filtración.
Como antecedente inmediato de la guerra virtual tenemos los ataques ordenados por Obama contra las instalaciones de enriquecimiento de uranio en Irán. Las acciones demostraron la eficacia de la guerra digital más allá de las expectativas originales. Estados Unidos utilizó Stuxnet contra las istalaciones iraníes, pero el gusano se expandió mucho más allá de sus objetivos iniciales. El Pentágono ha creado una división dedicada, una especie de comando digital, para la guerra en las redes. Esta sección es una de las pocas de las que se espera crezca su presupuesto en los siguientes años.
La opinión que tiene la administración sobre las armas digitales es tal que se ha establecido que solo deberían emplearse bajo ordenes directas del comandante en jefe, es decir el presidente. Este requisito las pone al mismo nivel que las armas nucleares. Existen aún así unas pocas situaciones en las que la decisión sobre los ataques virtuales pueden decidirse en instancias de menor autoridad. Asimismo, se han establecido las condiciones para los contra ataques en caso de que la nación fuera agredida.
En cambio, los ataques preventivos son un punto mucho más polémico, sobre todo porque probar la culpabilidad de un país agresor puede ser muy difícil. Además, los ataques podrían servir como excusa para justificar las acciones contra los Estados Unidos. Por dicha razón el gobierno estadounidense ha hecho hincapié en la precisión.
Sin embargo, no todos comparten el entusiasmo por este campo de batalla, muchos han criticado lo que consideran una exageración de su importancia. El beneficio, por supuesto, ha caído en mano de los contratistas.
Fuentes: NYTimes, TheEpochTimes y Startribune