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Cómo fue el desarrollo de Sudaca, la nueva moto eléctrica nacional


En 2009, la última gran crisis económica que azotó a los Estados Unidos encontró a Fermín Indavere trabajando en un centro de Sky en Colorado. Estudiante de la carrera de Diseño Industrial en la UBA, Indavere había llegado a ese país para trabajar durante tres meses, una experiencia que le sirvió para ver de cerca la estrepitosa caída de los gigantes de la industria automotriz norteamericana; Ford, su archirrival General Motors y la eterna tercera en discordia, Chrysler.

La historia es conocida: masivos recortes, ventas de activos y una oportuna intervención estatal salvaron de la ruina a los tres gigantes de Michigan, dejando al descubierto la caducidad del viejo modelo de producción basado en vehículos de gran tamaño y consumo, una verdadera tradición del “American Way of Life”.  Cuatro años después, y con esta experiencia funcionando como una suerte de lejado disparador, junto a Guillermo Callau, Federico Ferreyra y Mariano Filippini, Fermín comenzó a esbozar una solución económica, nacional y práctica relacionada implícitamente relacionada con los nuevos paradigmas de movilidad y consumo responsable: la Sudaca.

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Mariano Filippini, Guillermo Callau, Federico Ferreyra y Fermín Indavere, los responsables del proyecto Sudaca

Lo primero que hay que aclarar es que no es la primera moto eléctrica de Argentina, y seguramente ya haya habido otros emprendimientos similares en la región”, destaca Filippini, oriundo de Bariloche, y agrega que, incluso, se han desarrollado iniciativas similares dentro de la materia Tecnología, lugar desde donde se gestó el proyecto.

Ahora bien, si no es la primera moto con estas características y existen iniciativas similares en otros países de América Latina, ¿Por qué ha llamado especialmente la atención el desarrollo de la Sudaca?

La respuesta la ofrecen, en conjunto y explicado en partes, los cuatro integrantes del proyecto. En primer lugar, se trata de un trabajo universitario que fue concebido desde un primer momento pensando en su posible producción en serie; se buscaron materiales resistentes y de bajo costo para construir el chasis, se pensó en un diseño atractivo y funcional, y se partió de la premisa que indicaba que la moto debía ser producida íntegramente en Argentina y vendida a un precio sumamente accesible. La Sudaca es hoy un prototipo concreto, 100% funcional, que cumple con todos los estándares de seguridad exigidos por las normas internacionales.

El desarrollo

La experiencia previa diseñando y construyendo motos era prácticamente nula. “Antes de la Sudaca, solo había armado un par de bicis”, se sincera Guillermo Callau, al que solo le falta una materia para recibirse (Fermín y Mariano ya están recibidos y Federico termina en julio).  Los cuatro estudiantes de la UBA aprendieron sobre soldadura, motores eléctricos y montaje de la moto. En un periodo que abarcó poco más de un año, pulieron detalles, investigaron sobre la industria en sí y obtuvieron ayuda de algunos pesos pesados del mercado, como lo es la propia Yamaha.

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Uno de los primeros grandes desafíos fue el armado de su estructura formada por caños de acero. El encargado de modelar los caños fue la firma Zeziola, a la que contactaron en una visita a Tecnópolis. “Fuimos a la feria, vimos el stand y les mostramos los planos. Ellos se coparon con el proyecto y nos terminaron ayudando con el doblado de los caños. Se utilizó una modeladora 3D a la que se le cargan los planos y, a partir de ahí, trabaja de manera automática”. El trabajo de Zeziola fue ad honorem y no tuvo costo alguno.

Otra piedra en el camino fue la fuente de energía de la Sudaca. Si bien el país es productor de litio, no existe en el mercado local un tipo de batería que cumpla con las características que requiere la moto. La importación de este componente aumentaba considerablemente los costos, por lo que se utilizaron tres baterías de plomo de 36v y 20aH. Esto terminó redefiniendo el peso total y la autonomía de la moto, que ahora se ubica en alrededor de 60-70 kilos y 30Km de duración para una carga completa. Federico asegura que con una variante de litio el peso se reduciría a una fracción del actual y, al mismo tiempo, aumentaría su autonomía. Además, el tiempo de carga de seis horas pasaría a ser de solo una hora y media.

En cuanto al motor, se montó una unidad del tipo Brushlesss In-Wheel de 0,75Kw, de fabricación china. Este componente se ubica en la rueda trasera y no necesita transmisión, por lo que reduce significativamente la cantidad de piezas. La velocidad máxima entregada es de 40Km/h, aunque ya se está analizando la posibilidad de utilizar un proveedor nacional de motores en la etapa de pre-producción (Aquí, Federico subrayó que la idea es que la moto siga ofreciendo una velocidad máxima no muy alta, ya que se la piensa como un vehículo puramente urbano).

La financiación

Mientras el centro de Buenos Aires es invadido estos días por la convención de Hell Angels más importante del mundo, en una casona de Belgrano R devenida en taller, los integrantes del proyecto Sudaca pulen los detalles de una posible pre-producción de la moto y empiezan a delinear el próximo objetivo: conseguir el financiamiento para comenzar con la fabricación en serie.

Lejos de los motores de combustión interna y de las motos Harley-Davidson pensadas para recorrer miles de kilómetros sobre dos ruedas, Sudaca se perfila como la bandera de un concepto que promete explotar en la región en los próximos años: Vehículos ecológicos y urbanos, de baja potencia, fácil mantenimiento y con la agilidad suficiente como para sortear cualquier obstáculo que surja dentro de la fauna urbana.

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La Sudaca tiene una autonomía actual de 30Km por carga.

Estamos contemplando tanto la inversión de capitales privados, como públicos”, revela Guillermo, al tiempo que resalta el deseo de que el proyecto se convierta en una empresa de producción 100% argentina, sentimiento que comparte el resto del grupo. Los cuatro coinciden en que es momento para revalorizar la industria nacional, mediante el desarrollo de productos confiable y de calidad. Asimismo, la falta de opciones en el mercado de motos eléctricas (su competidor hoy en día es la firma china Lucky Lion), pone a Sudaca en una buena posición en caso de salir finalmente a las calles.

Ahora bien, ¿Cómo se consigue el dinero necesario? Sudaca necesita de una inversión importante para llegar a la producción en masa. Por ahora, las opciones más viables parecen ser las ya citadas, vinculadas a los capitales públicos y privados. Guillermo no descarta el crowdfunding, aunque por el tipo de producto tal vez sea difícil llegar a una meta económica concreta. “El financiamiento por esta vía es una posibilidad y las estamos analizando, aunque lamentablemente en Argentina el uso de este tipo de plataformas online todavía no se ha masificado”.

Fermín admite que ha habido contactos con algunos fabricantes de clase mundial, pero aclara que no es una idea que los seduzca. Su deseo es que la moto sea íntegramente nacional. “Soy de acá, me crié acá y vivo acá. Muchos nos dicen que apostemos al exterior, pero queremos quedarnos acá y pelearla, porque sabemos que tenemos con qué”.

Una vez conseguido el dinero para llevar a Sudaca a los concesionarios, el segundo paso es realizar una pre-producción de 10 unidades, con las que se pulirán varios de talles de cara al producto final  y se realizarán las homologaciones necesarias. “La fase de pre-producción es esencial para terminar de ajustar el producto y poder llevarlo a la línea de producción” indica Federico, uno de los mas entusiasmados con la posibilidad de que el proyecto se vuelva una realidad.

El futuro

Queremos que cualquiera pueda acceder a esta moto” es una frase que surge una y otra vez al hablar con los creadores de la Sudaca. Pensada como un medio de transporte ágil y confiable para cualquier conductor de América Latina (y, por qué no, del mundo), el vehículo debe cumplir con una premisa esencial: ser, en verdad, económico.

En este sentido, Mariano aclara que el precio de 16.000 pesos que fue publicado por algunos precios fue una estimación basada en el prototipo fabricado. Una producción en serie asociada a proveedores locales (sobre todo en lo que se refiere a la batería y el motor) podría hacer bajar sensiblemente esos números.

Para Fermín, la Sudaca es una moto ideal para la gama baja, y podría competir sin problemas con  el resto de las propuestas de ese nicho de mercado. El plus que le da su alimentación eléctrica permite amortizar a mediano plazo el precio del producto, ya que no utiliza ningún tipo de combustible fósil. Al mismo tiempo, su sólida construcción saca una gran ventaja frente a sus alternativas chinas, famosas por su construcción no demasiado confiable.

Por supuesto, a la charla con los cuatro diseñadores le falta algo: poder ver de cerca la moto. “Subite, ¿te animás?” exclama Fermín, e invita a sentarse en el asiento de la Sudaca. El centro de gravedad alto, la postura que mantiene recta la columna vertebral y la robustez de la construcción en general son los primeros detalles que saltan a la vista cuando uno pone las manos sobre el prototipo. Si bien tiene el tamaño de una bicicleta, se siente y se comporta como una moto, por sus suspensiones y la distribución del peso. El motor, sin embargo, se mantiene en completo silencio.

Un amigo me dijo que es como subirse a un pájaro”, comenta Fermín. Mariano se ríe y revela que algunos usuarios de motos eléctricas le agregan a sus unidades un parlante para imitar el sonido de un motor a combustión. “¡No entendieron nada!”, completa entre sonrisas cómplices.

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