11 julio, 2013
El desarrollo de una consola pensada para dominar por al menos un lustro el mercado de los juegos es cosa seria, y Microsoft demostró recientemente la cantidad de trabajo y prueba y error que requiere.
Durante esta semana en el Worldwide Partner Conference 2013, Redmond mostró una enorme cantidad de modelos tentativos de la Xbox One, todos realizados mediante impresoras 3D, que ocuparon buena parte del tiempo de desarrollo de su nueva consola. En total, se trata de más de 200 prototipos de controladores y varios de modelos de hardware.
Según cuenta Carl Ledbetter, el director creativo de Xbox, el proceso era ciertamente complejo: un equipo de 30 personas comenzaba a desarrollar los esquemas en papel, los cuales eran luego enviados al departamento de impresión 3D para que se generaran modelos físicos. Estos servían para ser probados en situaciones y escenarios de la vida real, como un living familiar. Luego, decía Ledbetter, una vez finalizada la forma exterior, trabajaban con los ingenieros para determinar la mejor forma de meter las piezas internas en esos modelos.
La idea principal era la de desarrollar una equipo que pudiera colocarse debajo de la TV y que no fuera demasiada distracción, pero manteniendo un perfil de “alta calidad”.
Dentro de esta metodología, uno de los aspectos más desafiantes fue el controlador. Según Ledbetter se necesitaron más de 200 maquetas del “joystick” porque “descubrimos que, cuando la gente pone sus manos sobre ellos, puede notar una diferencia de una décima de milímetro en el tamaño”.
