29 abril, 2013
El servicio bandera de los celulares a partir de la llegada de las redes GSM está agonizando. El SMS (o Short Message Service) hizo su aparición mundial durante la década del 90, pero tuvo su apogeo en nuestra región allá por 2004 cuando los equipos GSM reemplazaron masivamente a los celulares analógicos.
En una especie de previa a Twitter, tanto los proveedores de telefonía como los propios dispositivos permitieron enviar y recibir mensajes cortos (toda una novedad) a un costo bastante inferior al de una llamada telefónica, desde casi cualquier lugar y sin necesidad de computadora.
Además del ahorro, el beneficio de la brevedad del mensaje, el poder leerlo cuando se tuviera ganas y, por qué no, el evitar el “contacto directo” (sobre todo para dar malas noticias), cerraron el combo perfecto.
Recuerdo que MSN Messenger (por entonces llamado así) llegó a incluir un servicio para enviar SMS desde el programa, aunque el destinatario no podía responderlos. Toda una novedad: la integración entre computadora-Internet-celular.
Luego vino la parte “fea”: el bombardeo de promociones; los engaños publicitarios que prometían la panacea a cambio de enviar un mensaje a un número X, devolviendo sólo una “atadura permantente” a un servicio premium que costaba fortunas; y virus para smartphones con el fin de suscribirnos a esos servicios aún cuando no lo queramos.
La cuestión es que todo eso, lo bueno y lo malo, está a pasos de quedar en el pasado. Las redes sociales y los mensajeros móviles (WhatsApp, Line y ChatON y otros) le cavaron la fosa al SMS, y en cualquier momento le dan una patada al mejor estilo Leónidas y al grito de “¡This is a Social Network!” para hacerlo desaparecer en la profunda oscuridad.
Según datos de IDC, los smartphones ya representan el 51,6% del total de las ventas de móviles a nivel mundial y se espera que durante este 2013 superen ampliamente ese número. Con más smartphones en el mercado, las posibilidades de instalar aplicaciones para comunicarse vía Internet crece en proporción.
A esto se suma que, según un informe de la BBC, durante 2012 se enviaron 19 mil millones de mensajes a través de aplicaciones de mensajería, frente a los 17,6 mil millones de SMS. Para el 2014 se prevé una brecha todavía mayor: 50 mil millones de mensajes a través de aplicaciones, frente a 21 mil millones de SMS.
Si bien algunos analistas consideran que todavía hay mucha vida por delante para el SMS, teniendo en cuenta su utilización en mercados emergentes, el análisis plantea algunas dudas.
Esos mismos mercados emergentes son los que suelen invertir más dinero en recambio de teléfonos móviles, considerando que suelen ser un objeto de consumo y estatus social de bajo costo. Tampoco ignoran la ecuación que da un amplio margen de ventaja a un plan de datos frente a un plan tradicional, si se trata de ahorrar en el abono ante un envío permanente de mensajes.
Como sea, lo que queda del 2013 y el transcurso del 2014 serán vitales para determinar si el SMS todavía resiste al borde del abismo, o si sucumbe ante el empujón de las aplicaciones móviles y las redes sociales. También habrá que estar atentos a las estrategias de las operadoras de telefonía móvil para recuperar los 15 mil millones de Euros que perdieron de ganar por el abandono paulatino del SMS.