11 mayo, 2011
Quienes leyeron el post sobre los 50 años de la informática en la Argentina, conocerán un poco más sobre Clementina, la primera computadora científica que fue traída en 1961 por Manuel Sadosky, un científico que además de ser el padre de la informática en el país, fue vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas, creador del Instituto de Cálculo y de la Carrera de Computador científico y secretario de Ciencia y Tecnología durante el Gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín.
Sadosky falleció en 2005 a los 91 años, pero su legado sigue vivo. Y puede recorrerse su gran aporte a la ciencia argentina en la muestra 50 años de Clementina, la primera computadora científica argentina, organizada por el Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y la Fundación Sadosky (más info en http://www.dc.uba.ar/events/cincuenta)
Clementina llegó a la Argentina en noviembre de 1960, pero recién al año siguiente comenzó a funcionar. Ocupaba unos 18 metros, todo un cuarto dentro del Instituto de Cálculo, ubicado dentro del Pabellón I de la nueva Ciudad Universitaria, en el barrio porteño de Núñez.
La idea de Manuel Sadosky era hacer que Clementina fuera usada al servicio de todas las empresas y organismos del estado. De esta forma, trasladaría la tecnología y los avances de los científicos de primer nivel del país a toda la economía, logrando que los problemas.
Si bien se utilizaba el lenguaje Mercury Autocode, hecho a medida para este ordenador, Clementina sirvió de base para la creación del primer lenguaje de programación argentino: llamado COMIC. Fue desarrollado por Wilfred Durán durante las noches. Este prócer de la programación nacional será parte de una charla durante la conmemoración de los 50 años de Clementina.
Clementina era una máquina modelo Mercury, provisto por la firma inglesa Ferranti (también participaron de la licitación las firmas estadounidenses IBM, Remington y Philco). Costó unas 152.099 libras esterlinas, equivalentes a unos 4,5 millones de dólares al cambio actual. Funcionaba a válvulas y requería un gran equipo de refrigeración. La entrada de datos y programas se hacía mediante cintas de papel. Su memoria era de 1K y tenía cuatro tambores de memoria de 8k cada uno, equivalentes al disco duro.
En 1971, Clementina dejó de funcionar. No estuvo en los planes de los gobiernos posteriores y fue quedando obsoleta. Algunas de sus partes aún se conservan, como esta antigua impresora.