5 marzo, 2008
Luego del post ¿Podemos vivir sin internet?, me surgió otra inquietud. El éxito de las redes sociales (al estilo FaceBook, MySpace, Hi5, etc.) es arrollador. La gente busca a sus viejos amigos, hace nuevos, se regala cosas. Y el número de posibilidades crece con el correr del tiempo.
Tras varias semanas de haber usado FaceBook, mi relación con este nuevo (al menos para mí) servicio web me hizo trascurrir por varios estados. El primero fue, y no tengo temor a decirlo, la sensación de “¿Para qué sirve esto?”. Más tarde, me dí cuenta de que, al igual que otras formas internéticas, las redes sociales sirven para comunicarse.
Finalmente, no tuve más remedio que sucumbir ante los encantos de FaceBook y vigilo mi correo electrónico cada 15 ó 20 minutos a la espera de que un mensaje me avise que uno de mis contactos me ha regalado una de esas taradeces que venden a un dólar (un alto precio por un iconito), me ha retado a una trivia sobre películas o me ha invitado a realizar un test de superhéroe (resulta que tengo el mismo perfil que Súperman).
Ahora bien, estas redes sociales son el comienzo de una nueva vida más “virtual”. No quiero ser tan apocalíptico, como mi amigo Alejandro Alfie. En en su novela “Hambre de Piel en la Sociedad de Control” (este libro circula gratuitamente en internet, por decisión del autor, así que googleénlo y descárguenlo sin remordimientos) postula que el crecimiento de las telecomunicaciones llevará a que hagamos TODO en nuestras casas y que el Estado hará todo lo posible para que no salgamos de ella.
El hambre de piel, o la necesidad de establecer contacto visual, psíquico y material con otras personas, terminará por arruinar todas las relaciones sociales, que se han convertido en una experiencia más digital que humana. El protagonista termina diciendo: “¿Cómo puede haber contacto sin tacto?”.
Este post no pretende ser pesimista. Pero me interesa que podamos opinar sobre este tema. A continuación, les dejo un video de YouTube llamado “Prometeus. La Revolución de los medios“. Es algo viejo, quizás ya lo hayan visto, pero se lo recomiendo fervientemente a quienes no lo hicieron aún.
¡Qué empiece el debate!