13 abril, 2016
La llegada de Uber a la Argentina revolucionó Buenos Aires. Tanto las calles como las redes sociales se vieron desbordadas de detractores y defensores de la polémica aplicación de transportes. Para conocer a fondo todas las novedades que trae esta herramienta, decidí probarla para contarles mi experiencia.
Lo primero que hice fue registrarme, con todo lo que este proceso conlleva: colocar tarjeta de crédito (de donde se cobrará el valor del viaje) y número de teléfono en caso de que el conductor designado quisiera comunicarse conmigo. El paso siguiente fue pedir un vehículo, que no demoró más de tres minutos en llegar. Cabe destacar que en otros países la aplicación tiene más funciones, como carpooling, vehículos de lujo, programar recogidas, entre otras. Por ahora, en Argentina las opciones son más limitadas.
En este punto noté cómo se cumplió la promesa inicial, con los datos del conductor a mi alcance, quien en este caso fue Pedro, su ubicación en el mapa en tiempo real, el valor estimado del viaje y la información del vehículo con modelo y patente.
“Ya fui a tres y me cancelaron porque están probando el sistema”, me explicó Pedro apenas me subí a su Fiat Siena. “Yo me enteré de todo esto por internet. Presenté toda la documentación necesaria, que no es mucha, los papeles del auto y los antecedentes penales”.
Para Pedro, la experiencia de volverse un conductor privado es nueva. Por la incertidumbre en su trabajo fijo, en el cumple horario de siete de la mañana a tres de la tarde, decidió lanzarse ante esta nueva propuesta. “Esto es para complementar, tengo que terminar de pagar el auto y en trabajo están echando gente. De esta forma puedo hacer la diferencia”. Se estima que, durante las primeras semanas, los choferes que trabajen 60hs ganarán $12.000 aproximadamente.
Él, como el resto de los conductores, asistió a reuniones en la empresa, donde les aseguraron que “todo es legal y está hablado con la justicia”. La polémica ya comenzó a rodar, con la constante presión por parte de los gremios de taxistas, la justicia y el secretario de transporte de la ciudad de Buenos Aires, Juan José Mendez, quien aseguró que “cesarían las actividades de Uber” y “que no es legal”. Una disputa que se extenderá y profundizará en los días próximos.
Ante la amenaza de llevar los vehículos con una grúa y multar “severamente” a los conductores, Pedro aseveró que “Uber nos dijo que estaba todo encaminado y que tienen el aval del gobierno”. En este sentido, subrayó: “Nos dijeron que si tenemos algún inconveniente con la gente de tránsito, la policía o incluso con los taxistas, ellos responderán con su equipo legal cuando lo reportemos. Sentimos su respaldo”.
Durante nuestro viaje, Pedro comentó que Uber se queda el 25% de las ganancias de todos sus viajes y que los pagos son semanales. Asimismo, aseguró que “les tienen prohibido aceptar propinas en efectivo” por parte de los clientes. Sin embargo, si tienen que hacer un viaje con peajes, ellos deben abonarlo pero que luego la empresa les acredita los gastos en la acreditación correspondiente.
Cuando el mapa de Uber indicó el arribo a destino, Pedro lo confirmó, me calificó y me llegó automáticamente un mail con un detalle desglosado del gasto (que en este caso fue gratuito gracias al código MIBUENAMIGO que otorga los dos primeros viajes sin cargo), junto con la obligación de puntuar a al conductor. “Si tenemos menos de cuatro estrellas y media, la compañía nos advierte y nos penaliza”, finalizó Pedro.
El saldo de esta primera recorrida por Buenos Aires con Uber es sumamente positiva. El servicio demosotró ser agil, confiable y, sobre todo, más económico que las alternativas que se manejaban hasta ahora en la Capital Federal. Sin embargo, una pregunta queda flotando en el aire ¿Habrá más capítulos en esta historia? Por ahora, todo navega en un mar de incertidumbre. La justicia, en última instancia, tendrá la respuesta.