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En Venezuela, aumenta la clonación de tarjetas


El delito electrónico o fraude es una modalidad delictiva que en Venezuela y en la mayoría de los países de Latinoamérica, EEUU y Europa viene en ascenso y que perjudica considerablemente a la ciudadanía al momento de realizar consultas, retiros o transferencias a través de medios electrónicos de la banca.

En Venezuela este tipo de delitos se ha hecho cada vez más común, motivado fundamentalmente por la masificación del Internet y la facilidad de información a través de la Web, situación que ha obligado al sistema bancario a nivel nacional a mantener una actualización constante de sus sistemas de seguridad en los cajeros automáticos y otros medios electrónicos a fin de resguardar a sus clientes.

Desde su aparición, los cajeros automáticos, o ATMs (Automatic Teller Machines) han facilitado las transacciones rutinarias a los usuarios de la banca. Anteriormente a su arribo, los clientes de los bancos debían pasar horas en colas interminables para realizar operaciones de retiro, consulta de saldos y transferencias entre cuentas.

Las redes venezolanas Conexus y Suiche 7B funcionan desde junio de 1986, pero, pese a su confiabilidad, abrieron la puerta para una serie de delitos y estafas que sembraron desconfianza en los tarjetahabientes afectados y generaron dolores de cabeza a las instituciones financieras involucradas.

Los fraudes y estafas cometidos con los cajeros automáticos revelan un modus operandi con alto grado de sofisticación. En la mayoría de los casos los autores de estos delitos son expertos conocedores de la tecnología informática.

Tan importante y variada es la experiencia desarrollada en Venezuela en materia de fraude y vandalismo a los cajeros automáticos que muchos expertos de firmas como Siemens-Nixdorf, IBM, NCR y otras conocidas marcas fabricantes de ATMs vienen al país para observar de cerca los casos y diseñar soluciones para la nueva generación de cajeros.

Gran parte de las modificaciones y mejoras de los nuevos ATMs se han generado específicamente obedeciendo a la experiencia venezolana, pero aunque la “clonación” de tarjetas comenzó en los 90, era limitada. Actualmente es creciente el número de usuarios de plásticos, incluso se pagan por ese medio los salarios, las misiones, jubilaciones y pensiones.

Según Ángela Rendón, coordinadora de la Oficina contra El Fraude con Tarjetas de Crédito y Otros Instrumentos de Pago, para obtener los datos la mafia usa un lector de tarjeta como el de la entrada al cajero automático, con capacidad de hasta cien códigos.

Además, existe un pequeño aparato llamado Skimmer, del tamaño de la cabeza de una alfiler, que es un lector de bandas magnéticas de tarjetas de crédito y débito y permite obtener información con sólo deslizar la tarjeta.

Otra forma de clonar tarjetas de crédito y débito, según advierte la Superintendencia de Bancos, se basa en la colocación de una mini cámara que captura la información contenida en la banda magnética del plástico de los clientes y puede grabar en video los pines o claves de las tarjetas que estaban clonando.

Las máquinas “pescadoras” son introducidas en los cajeros automáticos por los delincuentes en las noches y fines de semana y son dejadas allí durante cinco horas durante las cuales recaban información de los usuarios de los cajeros.

Frente a estos ataques, los consejos de los expertos son verificar las ranuras donde se introduce la tarjeta, bloquear y proteger la visión de la clave secreta al introducirla tapándola con la mano, revisar a detalle el estado de cuenta y comprobar que el saldo corresponda al consumo y no aceptar ayuda o sugerencias de extraños dentro de un cajero automático.

Otras formas de fraude electrónico consisten en la colocación de pantallas falsas en cajeros, por lo que se recomienda revisar el cajero antes de introducir la tarjeta y la clave, y si se observa que está flojo abstenerse de utilizarlo, el uso de “Phishing” o la duplicación de la página Web de la banca para hacer creer al usuario que la banca quiere actualizar sus datos, y el empleo de “Bitching”, una modalidad parecida al Phishing pero que se hace a través de la línea telefónica.

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