8 agosto, 2018
En el siglo pasado la principal tarea de un docente era transmitir conocimiento. Esto ya no es más así (aunque buena parte del sistema educativo aún no se enteró). Hoy el conocimiento está disponible en abundancia, fácil de acceder y gratuito, en Wikipedia, en Google, en toda Internet. Las mayoría de las clases teóricas presenciales ya no tienen sentido, son una pérdida de tiempo, podemos estudiar desde nuestra casa y a nuestro ritmo, de manera mucho más eficiente. ¿Esto significa que ya son prescindibles los docentes? ¡No! Porque estudiar no es suficiente para aprender. En esta sobreabundancia de información en la que vivimos, la tarea del docente, más necesaria que nunca, es la de orientar, estimular, resolver dudas y poner en práctica lo estudiado.
Veamos un ejemplo personal. Estoy aprendiendo por mi cuenta programación Javascript. Empecé como estamos acostumbrados los nerds: seguir algún tutorial online, leer la documentación, copiar código de otros, comenzar a programar mi primera aplicación, encontrarme con una pared, buscar en Stackoverflow la solución, encontrar otra pared, preguntar en un foro, encontrar otra pared, quedarme trabado por días… Tuve que admitír que mi aprendizaje iba demasiado lento y mi código funcionaba, pero no tenía “buenas prácticas”. Necesitaba que me lleven de la mano en el aprendizaje, como lo hace un buen libro (tengo la ventaja de dirigir una editorial, así que ya encargué a Fernando Luna, uno de nuestros mejores autores, programador y docente, un libro sobre Javascript).
Las buenas plataformas de e-learning ofrecen justamente eso: llevarnos de la mano y ayudarnos a aprender. Deben ofrecernos lo que no podemos encontrar en la Internet abierta: el seguimiento y control de nuestro progreso, el apoyo de un docente a quien preguntarle, una comunidad de alumnos con quien compartir experiencias y ayudarnos mutuamente, evaluaciones y ejercicios prácitcos corregidos por alguien, una certificación y, obviamente, material de estudio de calidad. Personalmente me funciona mucho mejor el e-learning con tiempos pautados, en que los módulos se liberan semanalmente y hay que entregar los trabajos prácticos y evaluaciones en fechas determinadas, a riesgo de perder la cursada.
El e-learning democratiza el acceso al aprendizaje. ¿Llegás del trabajo tarde a la noche y es tu único rato libre? ¿Solo tenés disponibles los fines de semana? ¿En tu ciudad no se dictan las clases que buscas? El e-learning soluciona todas estas circunstancias que dificultan o hacen imposible aprender. ¡Ya no hay excusas!
¿En qué sitios aprendiste online?
Miguel Lederkremer
Director Editorial
Revista USERS
Twitter: @leder
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Esta nota forma parte de la revista USERS 328 – Agosto 2018.
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