14 junio, 2012
El pasado remoto de Steve Jobs era auscultado durante fines de los años ochentas por el Pentágono, cuando todavía era presidente de NeXT, por un chequeo de seguridad.
Las razones por las cuales el gobierno estadounidense quería información sobre Jobs no terminan de aclararse, pero según Walter Isaacson, biógrafo de Jobs, una de ellas tiene que ver con contratos comerciales entre agencias gubernamentales y una de las empresas fundadas por Jobs: al momento de la entrevista, en 1988, Jobs dirigía Pixar, y existían contratos entre esta empresa y agencias de inteligencia estadounidenses por el uso de equipos de renderización de Pixar para manejar datos de vuelos de reconocimiento y satélites, con lo cual las revisiones de seguridad eran totalmente necesarias.
Uno de los pasajes más interesantes del documento relata las impresiones de Steve Jobs en cuanto al cosumo de LSD, sobre el cual él mismo había declarado haber consumido una docena de veces a mediados de los setentas. “No tengo palabras para explicar el efecto que me producía el LSD, pero sin embargo puedo decir que fue una experiencia que cambió mi vida de manera positiva y que me alegro de haber vivido”. También el informe hace referencia al consumo de otras sustancias, como marihuana y hashish, sobre las cuales se refirió a sus efectos: “me volvían relajado y creativo“.
Esta ficha también ilustra a un Jobs atemorizado ante la posibilidad de que su hija Lisa (a quien se refiere como “hija ilegítima“) fuera raptada con fines extorsivos, aunque se apuraba en aclarar que, de suceder tal cosa, el chantaje sería “principalmente por motivos de dinero, no porque tenga acceso a material o documentos secretos”.
El informe también hace mención a algún furtivo cruce con la policía por manejar con exceso de velocidad, y a sus andanzas con las Blue Box, aparatos para realizar llamadas a larga distancia desde teléfonos públicos. Jobs afirmó que construyó una cuando tenía 14 años, y que lo vio como un “desafío técnico” más que una manera de quebrantar las leyes. “El desafío no era poder hacer llamadas de larga distancia gratuitas, sino ser capaz de montar un dispositivo que pudiera hacer esa tarea“.
Vía: FayerWayer, Wired