24 octubre, 2017
Desde el momento en que entramos a cualquier sitio web del mundo, nos convertimos en un dato que, junto a otros, conforman una unidad de negocio. Con apenas cinco o quince segundos, los sitios pueden generar millones. Para lograrlo, se crean estrategias sobre la base de nuestro comportamiento web. Esto es posible por obra y gracia de los datos personales que hemos suministrado desde la génesis de Internet.
Todos, absolutamente todos, nos venden. ¿Lo hacen por nuestro bien, para mejorar nuestras preferencias? ¿O solo se trata de artilugio de marketing?
Gigantes tecnológicos
En Internet existen más de mil millones de sitios, y alrededor de 3500 millones de personas usan la red, un 50% de la población mundial.
En Google se realizan casi tres billones de búsquedas por día, es el sitio web más visitado del mundo; lo siguen Facebook y YouTube. El gigante usa los datos que recopila de nuestros dispositivos, incluye nuestras búsquedas, ubicación, sitios web y las apps que usamos, los videos y anuncios que miramos, y la información personal que proporcionamos.
Otro gigante que ha sabido capitalizar datos es el “libro de caras”: desde el momento en que un usuario se registra en Facebook, se convierte en oro para Zuckerberg. El gigante azul sabe nuestro nombre, edad, género, estudios, idioma, estado civil. Conoce si estamos en pareja o si nos separamos, conoce a nuestros hijos, puede identificar con qué contacto tenemos mejor relación en su red y los nombres de nuestros mejores amigos. Facebook es tan inteligente que reconoce cuándo un contacto de WhatsApp no es nuestro amigo y nos lo sugiere.
¿Mejorar nuestra experiencia?
Los sitios como Google y Facebook dicen que utilizan nuestros datos para mejorar la experiencia de usuario. Google, por ejemplo, recopila datos de acuerdo con elementos que nos identifican (nombre, e-mail y contraseña, fecha de nacimiento, género, número de teléfono y país), actividades que realizamos (búsquedas, sitios web que visitamos, videos que miramos, anuncios en los que hacemos clic, ubicación, información del dispositivo, dirección IP y los datos de cookies) y elementos que creamos (e-mails enviados y recibidos en Gmail, contactos, eventos del calendario, fotos y videos que subimos, documentos, hojas de cálculo y presentaciones en Drive).
Cómo ser datos valiosos
A diferencia de los medios masivos, los medios digitales son mucho más específicos, pues permiten llegar a audiencias ínfimas. Desde Facebook, por ejemplo, se puede segmentar un anuncio para llegar únicamente a: mujeres veganas de 30, con hijos, nivel de estudio terciario, que vivan en Ushuaia, les guste cocinar y realicen actividad física. También es posible, desde esta plataforma, llegar con una promoción a los usuarios que se encuentren cerca de un negocio durante una hora específica. O, a través de un beacon (pequeño dispositivo que emite señales de onda corta por medio de la tecnología Bluetooth), se pueden conseguir los datos de las personas que miraron una vidriera o entraron a una tienda, para luego enviarles anuncios al móvil. ¿Asombroso? Todo esto es posible gracias a los datos.
El petróleo del siglo XXI
Los sitios se preparan para recibirnos, retenernos y convertirnos. Si solo entramos unos segundos y no realizamos una acción concreta (compra, votación o registro), puede que la marca intente engancharnos con anuncios en Internet y redes sociales para que volvamos al sitio a terminar la tarea. Si, por el contrario, realizamos una compra, puede que recibamos anuncios para que descarguemos la app del sitio o aprovechemos un descuento exclusivo para clientes. ¿Cómo logran esto las marcas? Porque los datos tienen ciclos; en cualquier etapa en que se encuentre, un dato es capitalizado. El plan consiste en aplicar estrategias específicas en cada etapa y, al final, todos caemos.
Cada vez que nos regalan algo en Internet, hay detrás un objetivo; con cada oferta, con cada promoción, desde un simple juego en Facebook, la descarga de un e-book gratuito, hasta un gran concurso online esconde detrás un solo objetivo: convertirnos. Al fin y al cabo, la experiencia personalizada es la excusa más que perfecta para lograrlo.
Esta nota forma parte de Revista USERS 318 – Octubre 2017.
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