14 enero, 2019
Activision es una de las empresas más importantes de la historia de los videojuegos. Sin embargo también es una que la comunidad gamer mira con desconfianza y en muchos casos con cierto rencor o desprecio. El motivo son las prácticas comerciales que la compañía a menudo ha introducido en sus productos.
Un buen ejemplo de las polémicas que se producen alrededor de los productos relacionados con Activision es lo ocurrido con Destiny 2. Este juego de acción ambientado en un futuro alternativo de grandes avances tecnológicos mezclados con cuotas de misticismo fue un gran éxito en su primera entrega, y tuvo muy buena repercusión al comienzo de la segunda. Pero a medida que pasó el tiempo los jugadores se dieron cuenta de que el contenido era escaso y su diseño se apoyaba demasiado en las opciones ofrecidas como micro transacciones.
Las diferencias entre Activision, que actuaba como distribuidora, y Bungie, la productora del juego se hicieron públicas con el lanzamiento de una de las últimas expansiones, Forsaken. Activision declaró que no estaba conforme con los ingresos obtenidos, Bungie afirmó que los desarrolladores estaban muy contentos con lo que ofrecía y la recepción que había tenido entre los jugadores.
Hace unos pocos días Activision y Bungie terminaron su relación comercial (o mejor dicho comenzaron el proceso de separación).
La productora se quedó con los derechos de la saga Destiny. Al parecer esto no solo ha provocado la alegría de muchos aficionados, sino también la de los desarrolladores que han celebrado la movida casi como una liberación.
Aunque resulta difícil de entender porque Activision dejaría ir a Bungie, lo cierto es que Destiny no atraviesa su mejor momento y los modelos de monetización no habían sido lo efectivos que la distribuidora esperaba. Para Activision Destiny no tiene mucho valor, para Bungie, sí. Bungie podría con tiempo y paciencia reconstruir el negocio si logra que las futuras actualizaciones para Destiny 2 obtengan similar repercusión que la conseguida por Forsaken. La empresa también habría estado trabajando en Destiny 3, aunque ahora que no debe cumplir con los plazos establecidos por Activision se desconoce como cambiará su cronograma.
Todo este movimiento ha probado que Activision es una empresa comercial sin mucha idea de lo que realmente es el mundo de los videojuegos. Luego de separarse de Bungie sus acciones sufrieron una rápida y marcada caída del 7% en las primeras horas, llegando luego al 10% al día siguiente. Muchos analistas han descubierto una verdad fundamental que los jugadores ya habían advertido: la empresa se está quedando sin títulos importantes sobre los que sostenerse.