18 octubre, 2011
Desde hace un tiempo, en notas como mi videoreview dedicada a la Positivo BGH A-470 o en la noticia dedicada a la fabricación de BlackBerry en Argentina, aparecen algunos comentarios que cuestionan el término “fabricar” (porque, por ejemplo, el CPU no se produce en la misma empresa) y hasta nos tildan casi de jefes de campaña del oficialismo por destacar la producción de tecnología en el país, como si el “periodismo independiente” fuese sólo aquel que despotrica, descree y hasta se mofa de cualquier cosa que genere desde el país.
Al respecto, y antes de pasar al eje de esta columna de opinión, quisiera aclarar (por última vez), que jamás desde esta editorial se me indicó que favorezca de alguna manera a la política del gobierno de turno con mis artículos, y tampoco lo permitiría. No soy periodista político, no estoy afiliado a ningún partido (pueden chequearlo), no percibo ningún ingreso de parte del gobierno o sus funcionarios, ni presto servicio a ninguna entidad siquiera relacionada con alguien que se apellide Kirchner. Soy un geek que encontró en el periodismo “si lugar en el mundo”, y al que simplemente le entusiasma que se hable de fabricación nacional de tecnología e investiga al respecto, con la subjetividad que cualquier periodista tiene a partir de su formación, creencias, gustos, etc. Y a propósito, creo que la objetividad en el periodismo es tan real como la visita de Papá Noel el 25 de diciembre.
Ahora bien. Si vamos a ponernos estrictos en cuanto a la semántica, la frase “100% fabricando en…” difícilmente sea aplicable a algún producto, de cualquier país. Es más un incentivo hacia los consumidores en la búsqueda de lograr que sientan como “propio” al producto, y por supuesto atraiga compradores, que es en definitiva lo que persigue cualquier empresa. También busca resaltar la presencia de un soporte local para las fallas que se puedan presentar.
Como periodista no desconozco esto, y si bien trato de ser lo más exacto posible en mis informes, tampoco me pongo en “fiscal de los comunicados de prensa“. Si no lo hago con los productos importados, tampoco lo voy a hacer con los nacionales. En ciertos puntos vuelco las expresiones del fabricante tal como ellos las emiten (sino sería tergiversar la información), aunque si considero necesario agrego mi punto de vista, y siempre abro el juego a la libre opinión y conclusión del consumidor. Sí soy estricto en cuanto a la calidad de lo que pruebo, para todos por igual.
Pero para no quedarme sólo con mi punto de vista, decidí mantener un diálogo con Nahuel “elgafas” Rodriguez, I+D en Saikano Technology, una empresa nacional que fabrica, entre otras cosas, módulos de memoria RAM, netbooks, tablets, gabinetes y fuentes de alimentación.
La primera consulta fue si para considerar a una empresa como “fabricante” es necesario que se encargue de la producción de hasta el último componente incluido en el equipo que vende, y la diferencia con el “ensamblaje”. Como respuesta tuve una reflexión bastante interesante: “¿Tiene la Ford mineros que extraigan el mineral para hacer el metal del que están compuestos los automóviles?”. A partir de esto podríamos cuestionarnos entonces si Ford es realmente un “fabricante de autos”.
Tomando como ejemplo la “fabricación” de módulos de RAM, Nahuel nos comentó que efectivamente se fabrican los módulos, aunque se importan y ensamblan componentes como los chips de memoria, al igual que lo hacen grandes como Gskill, Corsair o Kingston. El punto es que la fabricación de los chips es extremadamente costosa, al extremo que los que lo hacen a nivel mundial son contados con la mano (Hynix, Elpida, Micron o Samsung), y para ello cuentan con subsidios de más de un gobierno. Algo similar ocurre en el ámbito de la fabricación de CPUs y GPUs (¿cuántos fabricantes conocen?).
Otro cuestionamiento que se suele hacer con frecuencia es el relacionado al diseño del circuito impreso (las pistas que interconectan a los componentes), que tampoco quedan en manos de empresas como Saikano. Esto no es por mero capricho o ganas de “ahorrar” en el proceso. La cuestión es que hay un ente que regula el proceso de fabricación denominado JEDEC, estableciendo cómo deben desarrollarse componentes como módulos de RAM o discos sólidos. Si el fabricante se saliera de esos estándares, muy probablemente sus módulos tendrían incontables problemas con los motherboards, cuyos desarrolladores consideran que los módulos que se instalarán respetarán dichas normas. Por eso es menos traumático acudir a un circuito impreso prediseñado.
En la web de FormFactors están todos los factores de forma que se deben respetar en la base de la fabricación de un componente, sobre los cuales se pueden hacer pequeñas modificaciones estéticas, como el agregado de LEDs o refrigeración, pero no mucho más. Para que se den una idea, esta planilla les muestra todos los componentes que deben instalarse en un módulo de memoria RAM de 4 GB DDR3, lo que a las claras demuestra que esto es mucho más complejo que una simple categorización entre “ensamblador” y “fabricante“.
En resumen, hablar de fabricación o ensamblado es muy relativo. Se trata de gente dispuesta a invertir mucho dinero y horas-hombre en pos de producir tecnología. Muchos lo vienen haciendo desde hace décadas, en países que apostaron por eso mientras muchos argentinos consideraban que era mejor ir a Miami a pedir “deme dos”.
Hoy, y más allá del color del gobierno (que me importa poco y nada), hay intento de lograr algo siquiera similar en nuestro país. ¿Se podrá lograr esto YA mismo? NO. Llevará años de sacrificio y apuesta de parte de todos los interesados en esto (desde el fabricante hasta el consumidor, aunque hay que reconocer que bastante se avanzó en este poco tiempo. ¿Tendrá éxito? Dependerá ni más ni menos que de nosotros, con cada aporte que hagamos. Desde la decisión de la compra de un producto nacional, con todo lo que eso implique, hasta el simple comentario que podamos dejar en un artículo como éste.
Como siempre, la palabra es ahora de ustedes…
Andrés Fiorotto
@andresfiorotto
/andresfiorotto