16 agosto, 2011
Ayer chateaba con un conocido que trabaja en una empresa que vende sistemas (y simpatizante a ultranza del software cerrado), quien me comentó un chiste al pasar: “Android se está convirtiendo en lo que todo software libre quiere ser: software propietario y comercial“. Más allá de la ironía, éste es un miedo que circula entre los defensores del sistema operativo de Google: que se vaya a cerrar cada vez más, no sólo en su código, sino en la cantidad de empresas que puedan usarlo con la libertad en que lo venían haciendo hasta ahora.
En lo que respecta a su código, ya es un poco tarde para cerrarlo. Al menos, para cerrarlo aún más, porque ciertos elementos del sistema operativo obviamente son propietarios. ¿Ejemplos? Las aplicaciones de Google –como Talk, Maps, etcétera– obviamente no están disponibles para que cualquiera pueda tocar el corazón del gigante: sus servicios web.
Android nació como un sistema operativo (bastante) libre y su código puede descargarlo quien lo desee. En caso de que Google, de manera completamente unilateral, decida cerrarlo por completo, la comunidad de desarrolladores seguramente se apropiará del código existente para continuar con la evolución del sistema operativo. Y seguramente, contará con el apoyo de los fabricantes quienes, con total despecho tras haber enviudado del cariño de Google, no tendrían problemas en convertirse en mecenas de los programadores que deseen continuar con el desarrollo.
Por otra parte, Google forma parte de la Open Handset Alliance, una agrupación de los principales jugadores de la industria (fabricantes, operadores, empresas de software) que financian y potencian el desarrollo del sistema operativo, entre los que se encuentran Samsung, HTC, LG, Motorola y ZTE. En teoría, no habría forma de que Google pudiera “cortarse solo”. Y si lo hiciera, otra vez entraría en acción la comunidad de desarrolladores.
Con respecto al favoritismo que pudiera tener hacia Motorola, Google ya había mostrado ciertas preferencias a la hora de lanzar los Nexus, los teléfonos con su propia marca fabricados por terceros. El primero de la lista había sido la taiwanesa HTC, encargada de producir el Nexus One. La segunda fue Samsung, quien se ocupó de construir el Nexus S. Ambos equipos no fueron precisamente un éxito de ventas, así que Google se enfrenta a un desafío nuevo para su cultura 2.0: idear, producir y vender equipos… tangibles, nada de “virtuales”.
Lo que sí parece, amigos, es que nos vamos a despedir de Motoblur. Las intenciones de Google siempre fueron dejar a Android lo más limpio que se pueda, sin interfaces de usuario (UI) para manejar las redes sociales, los correos o el material multimedia. Las interfaces de usuario fueron la herramienta que los fabricantes (además de Motorola, también las usan Samsung, HTC, Sony Ericcson) implementaron para diferenciarse de la competencia.
Motorola no requerirá de este artilugio. Su departamento de marketing contará con el mejor argumento de venta del mercado: un logo de Google. Algo así como el “atendido por sus dueños” que otorga confianza a un comercio, pero con la ventaja de que los equipos de Motorola serán los bancos de prueba de las próximas versiones de Android, así que probablemente ningún equipo funcione tan bien, ni aproveche al 100% el hardware instalado ni provea completa compatibilidad.
Más allá de la compra de Motorola, Google cuenta con el arma más potente que posee cualquier plataforma informática: el software. En otras palabras, lo fundamental de una plataforma es lo que se puede hacer con ella, más allá de lo potente que pueda ser. O alguien puede negar que lo que hace fuertes a BlackBerry y a iPhone es el sistema operativo: casi todos los equipos de RIM poseen procesadores menos potentes que el resto de la competencia y el equipo de Apple se jactó de poseer una cámara sin flash hasta su versión 4.
Yo sí le creo a Larry Page cuando afirma que el principal motivo de esta operación es contar con patentes y evitar confrontaciones legales que puedan atascar la evolución natural de Android. Y una muestra de ello, que no parece ser casualidad, es haber tomado la decisión unos días después del 30º aniversario de la IBM PC. No sólo porque todos afirman que la “Era PC” ha terminado –y Android parece ser uno de los jinetes del apocalipsis de esta plataforma–, sino porque Google aprendió la lección de que lo importante es el software.
Y para muestra, sobra un botón: Microsoft ha logrado un crecimiento mayor que IBM e Intel, los otros dos protagonistas de la era que concluye. Google podrá fabricar sus propios celulares, sus propias tablets y hasta tener su propio operador de telefonía móvil. Pero su poder reside en que lo que ya era: el “dueño” del software.