2 abril, 2008
Como todos sabrán, soy un fanático de los productos de Google. No sé si por su carácter innovador, sus logos relativos a las efemérides o, simplemente, por el minimalismo de su buscador, que se traduce en un despliegue más veloz de sus resultados. No sé, tendré que hablarlo con mi analista.
Otra cosa que tendré que hablar con mi analista (no psicológico, sino en sistemas) es un bug que encontré en Gmail y que, aunque parece menor, se está tornando muy molesto, como todas las cosas que funcionan mal durante un tiempo prolongado (no voy a hablar de Microsoft OneCare en este post, aunque podría).
La cuestión es que siempre que abro Gmail, la Bandeja de entrada me muestra que tengo un mensaje sin leer. Por más que seleccione todos los mensajes y los marque como leídos, ese indicador me sigue mostrando que tengo un mensaje sin leer. Y cuando llegan mensajes nuevos, ese número aumenta, pero me suma un número a la cantidad de mensajes no leídos.
Supongo que creerán que estoy paranoico. Es verdad. Pero más allá de mi estado psiquiátrico, mi bandeja de entrada sigue mostrando un mensaje más. Lamento este pequeño error, aunque no dejaré de usar Gmail porque su sistema antispam es realmente muy bueno. Y últimamente, me molesta más leer mensajes sobre viagra, cialis y sedantes sin prescripción médica que ese bug.
Lo que sí tendré que hablar con mi analista (psicológico, esta vez) es cómo controlar la terrible herida en mi orgullo que siento cada vez que no puedo solucionar un problema informático. Máxime, trabajando en una editorial de tecnología. Supongo que me recetará algún sedante, así que voy a fijarme en la carpeta Spam, que seguramente me dirán cómo y dónde conseguirlo.