26 abril, 2011
Opina en esta columna, Montserrat Guitart Piguillém, abogada argentina especialista en Propiedad Intelectual.
Cada año, la OMPI y sus Estados miembros, entre los que se encuentra Argentina, celebran el Día Mundial de la Propiedad Intelectual (P.I.) con actividades, eventos y campañas. De esa forma tratan de dar a conocer al público lo que realmente significa la P.I. y demostrarle que el sistema de protección no fomenta únicamente la música, las artes y el entretenimiento, sino también todos los productos y las innovaciones tecnológicas que dan forma a nuestro entorno.
Pero en Argentina, según el Informe de Consumo de productos falsificados en AMBA realizado por AmCham e Ipsos, seis de cada diez personas han afirmado comprar o adquirir CD’s, DVD’s, películas o libros… piratas. Y cuando hablamos de software la cifra es aún superior, el 72% de los programas son ilegales según la International Data Corporation (IDC). En el caso de la música, las películas o el cine, la cifra es de “terror”, los porcentajes son superiores al 90% tomando en cuenta el último informe de la Alianza Internacional por la Propiedad Intelectual (IIPA, por sus siglas en inglés).
Cuando pensamos en la capacidad de diseñar futuro nos vienen a la mente empleos dignos (de esos que pagan aportes, sindicatos, obras sociales, impuestos, etc.) capaces de generar un nueva generación de argentinos más instruidos con acceso a la educación, salud y una economía, aunque no pujante, al menos más estable. Sólo en el caso de la industria del software, International Data Corporation (IDC) ha calculado que la reducción de 10 puntos en la tasa de piratería puede generar más de 4400 puestos de trabajo adicionales, cerca de US$ 1000 millones de dólares en ingresos extra y US$ 202 millones de dólares en impuestos y contribuciones fiscales para Argentina.
Qué lejos de diseñar futuro se encuentra nuestro crecimiento de casi mil por ciento en descargas de contenidos piratas por Internet en 10 años, o casos como La Salada, casi 200 mil metros cuadrados y 50 mil visitantes diarios para promover una mal llamada industria o mercado alternativo que desangra nuestra economía, nuestro trabajo, el futuro de nuestros hijos… si queremos celebrar este día, es necesario que hagamos dos importantes reflexiones.
La primera, muy importante y con un gran trasfondo cultural. El derecho a la propiedad, como el caso de la Propiedad Intelectual, no es excluyente al desarrollo o al avance de la cultura, nada más efímero. Curiosamente es la garantía de que nuestros creadores sigan investigando, desarrollando, produciendo, haciendo empresa, para generar productos con valor agregado que posicionen a la Argentina en mercados calificados. Lo segundo, si deseamos realmente bajar la piratería, debemos trabajar conjuntamente los sectores públicos y privados, los primeros haciendo cumplir las leyes ya existentes y generando mecanismos de control efectivos; los otros, generando un campo de colaboración y haciendo conocer los beneficios que la legalidad trae a los usuarios, desarrollando también esquemas alternativos de fácil acceso cultural y tecnologico a más personas.
Cada vez que un argentino compra estos productos piratas o los descarga de la red, otro argentino, que por ejemplo podría haberlo distribuido o vendido en su comercio legal, pierde ingresos. Cada vez que lo hacemos además somos estafados, pues normalmente pagamos más del 1000 por ciento del valor del soporte, que es en lo único que gastó quien lo vende, ya que no invirtió ni en licencias, ni en producción, ni en sueldos. Solo se aprovechó del trabajo ajeno.
El 26 de abril se conmemora el día mundial de la Propiedad Intelectual, y el 24 el día del Derecho de Autor, derecho de propiedad reconocido en nuestra Constitución en el artículo 17 y que tiene la categoría de derecho humano. Aunque cada vez que compremos un CD en la calle, nos olvidemos de ello. Sirvan estas fechas para repensar nuestras conductas.
Por María de Monserrat Guitart Piguillém
Abogada argentina especialista en Propiedad Intelectual
Apoderada legal para Business Software Alliance (BSA) en Argentina