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MySpace y Facebook. Ayer fuego, hoy pantallas.


(Editorial publicada en Users 207)

Anoche estuve en el lanzamiento de las nuevas oficinas centrales de MySpace para América Latina, que dirigirá su operación en la región desde la Ciudad de Buenos Aires. MySpace tiene 300 millones de usuarios en todo el mundo, y compite con Facebook por el liderazgo en sitios de “social networking” o redes sociales.

Según un estudio citado por el filósofo Alejandro Piscitelli, en los Estados Unidos la división de usuarios entre las dos comunidades se está produciendo por estrato socioeconómico, donde los chicos “bien� o de mejor situación económica entran en Facebook y los alternativos, en MySpace. Esto se reflejaría en el diseño más prolijo de Facebook frente a la estética más sucia de MySpace, favorito indiscutible entre los músicos.

El asunto es que ayer MySpace llenó un teatro con usuarios locales de la red social y les ofreció un recital de los Babasónicos. Desde arriba, en el VIP para prensa, se veían oleadas de medusas fosforescentes agitándose en un mar oscuro: eran las pantallas de miles de celulares desplegados sobre las cabezas de la gente, filmando y fotografiando el concierto. Los pocos que en el evento
teníamos más de 20 años recordamos con nostalgia cuando la escena era más parecida a una procesión de antorchas vista desde lejos: miles de encendedores prendidos.

Se me ocurre que esta transformación (ayer fuego, hoy pantallas) es una metáfora perfecta para el cambio que sufrió nuestra manera de relacionarnos. En la tribu primitiva nos juntábamos alrededor del fuego para conocernos, contar historias y compartir música con nuestros semejantes. Hoy nos encontramos a través de las pantallas, nos conocemos y compartimos cosas similares, aunque de manera diferente.

OK, OK, parecería que conocernos tipiando frente a una pantalla no está tan bueno como hacerlo mirándonos a las caras, oliéndonos y tocándonos. Pero venimos de medio siglo de estar todos, TODOS, mirando hipnotizados la televisión en soledad, sin mayores posibilidades de conectarnos unos con otros.

Celebremos entonces que la misma tecnología que nos alienó nos esté volviendo a conectar, tal vez de manera frívola a veces, tal vez de manera incompleta, pero esto recién empieza

Leder

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