13 agosto, 2008
Sabeer Bhatia, que luego de cumplir 29 años vendió Hotmail, la compañía online de la cual es cofundador, a Microsoft por 400 millones de dólares, pretende ahora crear una ciudad sustentable de 4.500 hectáreas en el norte de la India.
Según sus cálculos, la Nanociudad, como así bautizó al proyecto, albergaría a un millón de residentes contratados en gran parte por universidades y empresas del primer mundo que funcionarían como generadores de ideas.
De todas maneras la tarea no será tan sencilla para Bhatia. En India, con una población de 120 millones de personas, la mayoría de la gente sufre de problemas de infraestructura y electricidad; muchos ciudadanos no tienen acceso a agua potable. La idea del magnate era construir su ciudad sobre bases acuáticas.
Igualmente, luego de invertir 4 millones de dólares de su propio bolsillo, el proyecto podría estar a punto de despegar. Este verano Bhatia se asoció con un importante desarrollador inmobiliario indio que otorgó fondos para ayudar con la compra del terreno que se necesita en el estado de Haryana, en el norte de India, para comenzar la construcción de la Nanociudad.
“Es algo muy común en los países en desarrollo”, dijo al respecto Seshan Rammohan, director encargado del área del Valle del Silicio de Indus Entrepreneurs, organización internacional de empresarios indios y sudasiáticos, “que cuando alguien obtiene tanta notoriedad- como lo hizo Sabeer después de vender Hotmail- se vea bombardeado con ofertas”.”“Si alguien como Sabeer forma parte del proyecto, entonces la lógica es: otras personas querrán invertir”, concluyó.
La cuestión es que Bhatia no quiere crear otra Bangalore, ciudad atestada de tráfico en la que creció y que es mejor conocida por las operaciones de “outsourcing” que realiza para compañías estadounidenses. En su lugar, desea un espacio en el que puedan florecer ideas indias y en el que estudiantes indios puedan recibir educación de primer nivel.
“La razón principal por la que estoy haciendo esto es para dejar un legado“, habría dicho el ejecutivo soñador al diario norteamericano San Francisco Chronicle.