29 septiembre, 2012
En materia de fotografía Kodak es una de las empresas con más historia en el mercado, fundada en 1889 y protagonista del rubro hasta que en enero de 2012 entrara en concurso de acreedores y a mitad de este mismo año comenzara una reestructuración para abandonar la fabricación de cámaras digitales, dando por terminada toda una era.
La empresa había logrado adaptarse bastante bien al nuevo formato de fotografía, con la línea EasyShare ocupando un buen segmento del mercado durante los primeros años del siglo XXI. Sin embargo, no consiguió sostener ese lugar y poco a poco fue siendo desplazada por propuestas más completas como las de Canon, Nikkon o incluso Panasonic con su serie Lumix (sin contar el enorme crecimiento de la fotografía digital integrada a smartphones).
En la búsqueda de nuevos horizontes, la segunda mitad de 2012 encontró a Kodak enfocada al mercado de las impresoras para el mercado empresarial y fotográfico. En este último aspecto, la empresa contaba con bastante experiencia fabricando impresoras fotográficas que se enlazaban directamente con sus cámaras a través del sistema EasyShare. Sin embargo no tuvieron en cuenta que las tendencias digitales y la crisis económica mundial tienen al papel en una situación delicada, ya que tanto empresas como usuarios finales se están volcando a consumir textos e imágenes a partir de pantallas por su bajo costo y sustentabilidad.
Así, nos encontramos ahora con un comunicado oficial de la empresa donde se anuncia que a partir de 2013 abandonarán también la fabricación de impresoras y se dedicarán sólo a proveer de insumos a los equipos ya vendidos, además de intentar sostener su negocio de impresión al instante a través de los kioscos Kodak.
Pero la cosa no termina ahí. La falta de rumbo de la empresa costó la pérdida de 2.700 puestos de trabajo durante 2012, y de una planta de 60.000 personas que supo agrupar bajo su ala, para 2013 quedarán poco más de 13.000. Como si fuera poco, ya estarían negociando la venta de sus patentes (valuadas en unos 2.600 millones de dólares), al tiempo que negocian con el tribunal de bancarrota la extensión del plazo hasta febrero de 2013 para presentar un plan de reorganización.
Un símbolo de la voracidad de tiempos donde los vaivenes de un mercado sumido en el vértigo de una evolución tecnológica permanente, pero a la vez en una crisis económica que no da tiempo a respiro alguno, son capaces de acabar en menos de 1 década con una empresa que acarreaba más de 1 siglo de éxitos.