23 abril, 2012
Mientras los gobiernos de varios países de América Latina destinan grandes cantidades de dinero para entregar una netbook a cada niño o adolescente de las escuelas públicas, los docentes no saben bien qué hacer con esta herramienta. Si analizamos la situación de las escuelas privadas, encontramos que la “clase de Informática” es un compartimiento estanco donde los alumnos aprenden a usar diferentes herramientas, de acuerdo con la pericia y la formación del profesor de turno.
Es evidente que la inversión tecnológica no ha sido acompañada por una capacitación adecuada de los docentes, y que la falta de diseños curriculares de Informática a nivel nacional ha creado un espacio vacío que se puede llenar con contenidos y herramientas muy diversas. En el medio de ese espacio vacío están los alumnos, que no solo son ”nativos digitales” que nacieron y crecieron rodeados de aparatos y dispositivos de conectividad de todo tipo y están moldeados por la impronta tecnológica, sino que además son los futuros trabajadores, profesionales, dirigentes y ciudadanos que deberán desempeñarse en diversos ámbitos utilizando estas herramientas.
De acuerdo con los Estándares de Competencias en TIC para docentes, elaborado por la UNESCO en el año 2008, “para vivir, aprender y trabajar con éxito en una sociedad cada vez más compleja, rica en información y basada en el conocimiento, estudiantes y docentes deben utilizar la tecnología digital con eficacia. En un contexto educativo sólido, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) pueden ayudar a los estudiantes a adquirir las capacidades necesarias para llegar a ser:
– competentes para utilizar tecnologías de la información;
– buscadores, analizadores y evaluadores de información;
– solucionadores de problemas y tomadores de decisiones;
– usuarios creativos y eficaces de herramientas de productividad;
– comunicadores, colaboradores, publicadores y productores; y
– ciudadanos informados, responsables y capaces de contribuir a la sociedad.”
Es evidente que para poder alcanzar estas competencias, la enseñanza de la Informática en el ámbito educativo no puede reducirse a un entrenamiento ofimático, aunque también es cierto que no puede excluirlo. El uso de herramientas informáticas en la escuela debe integrar el desarrollo de competencias para buscar información y seleccionarla con sentido crítico, elaborar informes con procesadores de texto, manipular información estadística con planillas de cálculo, y diseñar presentaciones con diapositivas o editar un video para apoyar una exposición oral.
Pero además, deberían aprender a trabajar en forma colaborativa –editando documentos en forma conjunta o participando de una video conferencia- a través de los servicios a los que hoy podemos acceder en la “nube”.
Y estas herramientas deberían ser accesibles para los docentes de cualquier nivel y área, desde un enfoque integrador en el que las herramientas informáticas ocupen precisamente ese lugar, el de “herramientas” o recursos necesarios para llevar adelante un proyecto.
Software libre vs. Software propietario
A pesar de haberse cumplido casi 30 años de la creación de la FSF (Free Software Foundation), el software libre es todavía desconocido para la mayoría de los usuarios medios de computadoras. Sin embargo, en forma paralela al desarrollo de software propietario, se ha formado una comunidad de usuarios de software libre, con fuertes convicciones. Y muchos de ellos creen apasionadamente que en las escuelas solo debería utilizarse este tipo de software. Entre las principales razones se enuncian la gratuidad o el bajo costo de este tipo de software (contra los altos costos del software propietario) y la libertad de modificar y adaptar las herramientas provistas por el programa original a nuestras propias necesidades.
Por su parte, los partidarios del software propietario afirman que es importante trabajar desde la escuela con las herramientas informáticas que se utilizan en el “mundo real”, y que son las conocen la mayoría de los alumnos y docentes.
Pero frente a estas posturas enfrentadas y excluyentes, tal vez sería más provechoso trasladar el eje del debate y en lugar de centrarlo en el tipo de herramientas que vamos a utilizar en la escuela, deberíamos plantearnos qué vamos a hacer con ellas.
Enseñar “informática” no es sinónimo de enseñar “computación”. La informática debe ofrecer soluciones para resolver problemas, no crearlos. Si tenemos en claro cuál es el objetivo y nos preocupamos seriamente por el desarrollo de las competencias en el manejo de la información que los alumnos que hoy transitan por las aulas van a necesitar para su futuro desempeño social o laboral, la cuestión sobre el uso de software libre o propietario pasa a ser secundaria.
Lo más importante es, tal vez, recuperar a la figura del docente como protagonista del acto de enseñar, y estimular sus capacidades creativas y profesionales para convertirse en un guía y un facilitador de herramientas que solo tienen sentido si contribuyen a construir conocimiento.
Virginia Caccuri
Autora del libro “Computación para docentes – proyectos e ideas para trabajar en el aula”