7 marzo, 2012
Nuestra vida se está mediatizando aceleradamente: la realidad la percibimos cada vez menos de manera directa y más a través de algún medio, una capa tecnológica entre el mundo real y nuestros sentidos. Podemos decir que la mediatización comenzó en 1876 por el sonido, con la primera conversación telefónica, seguida por la primera transmisión de radio en 1906. En los años 30 la TV mediatiza la imagen, que fue mejorando sucesivamente con el color, la digitalización y la alta definición, hasta llegar hoy al 3D, que empezó a verse masivamente en nuestro mercado desde el año pasado.
El 3D está aún en pañales, tenemos muy poco contenido para ver y la industria ni siquiera pudo decidir aún si es mejor el 3D con anteojos (incómodos de usar) o sin anteojos (cansa más la vista y hay que situarse en una posición determinada). Pero la tendencia es clara, lo que vemos en la pantalla se parecerá cada día más a la realidad: la mediatización será más y más perfecta. ¿Qué sigue? Las TVs 4K de 4096×2160 y las 8K de 7680×4320 (UHDTV, televisión digital de Ultra Alta Definición) presentadas en la última CES, esta última con la friolera de 33 millones de pixeles, unas 16 veces la definición de nuestra primitiva TV HD convencional, con sus pobres 2 millones de pixeles. Y las pantallas OLED, con una calidad de imagen muy superior a las LED TV actuales y por supuesto, al prehistórico LCD que tenemos en casa.
¿Cómo seguirá perfeccionándose luego la mediatización? La ciencia ficción, que va inventando todo unos años antes que los científicos, nos sugiere un road map. Lo próximo será la holográfia, al estilo Star Wars, que luego se volverá inmersiva e interactiva, como en el Holodeck de Star Treck: una sala de realidad simulada donde interactuamos con los personajes que pululan a nuestro alrededor. Luego de eso, ya será hora de abandonar nuestros sentidos y enviar directamente la información al cerebro, ¿para qué convertir información a luz y sonido, que luego convertimos de nuevo en información?. Sí, como en Matrix. Para ese entonces ya habrá ocurrido la Singularidad, las máquinas habrán tomado el control, nuestra vida será 100% virtual y la realidad será sólo un vago recuerdo… Y aquí se termina el cuento y mis 2.200 caracteres, ¿o alguno se imagina otro final?
Miguel Lederkremer
Director Editorial
Revista USERS