7 febrero, 2012
Debo reconocer que soy de esos que está todo el día conectado, de los que utilizan su teléfono celular sin límites (para hablar, chatear y navegar en Internet). Además, tengo telefonía IP: la forzada (teletrabajo) y la optativa (ahorro). También poseo una cámara IP (herencia de mi antiguo trabajo) que utilizo para ver mi casa cuando estoy de viaje y un disco duro conectado a la red (NAS) que uso para compartir fotos con parientes y para guardar todas mis filmaciones.
Pero, contrario a lo que parece a primera vista, no soy un súper usuario. Con mucha frecuencia me sorprendo con la capacidad de conexión de otras personas, sin ir más lejos, mis hijos y varios de sus compañeros de curso, quienes juegan, navegan en internet, chatean y ven películas de Internet desde su consola de juegos en la comodidad de un sofá. Y cuando se le acaban los minutos de su teléfono siguen conectados vía Wi-Fi a internet.
La evolución de la conectividad ha llegado a muchos lugares de la industria y de muchas formas, y a nuestros hogares llegó en la forma de routers inalámbricos que son los que controlan la interconexión de cualquiera de estos dispositivos. Sin embargo, aunque hasta hace poco tiempo, las redes estaban pensadas para que un par de computadores pudieran compartir el acceso de banda ancha, nuestros hogares están siendo acondicionados para disfrutar de toda una nueva generación de electrodomésticos, servicios y conductas de las personas, donde la multimedia es cada vez más relevante.
De esta manera, consolas de juegos, televisores, equipos de almacenamiento y tantos otros ya no son entes independientes y aislados sino parte de una red hogareña conectada entre sí y al mismo tiempo a Internet. Todo esto, sin necesidad de tener un computador encendido gestionando la comunicación.
Uno de los desafíos que existe en esta industria de redes para el hogar es entregar de una manera rápida y fácil la conectividad necesaria para esta amplia gama de dispositivos, contenidos y servicios, pensando en un tipo de usuario habituado a la fiabilidad y facilidad de simplemente encender o apagar el equipo para que funcione.
Es difícil pensar que un usuario normal configure complejos parámetros en un televisor o en una consola de juegos más allá del volumen, ni hablar de ajustar la red que estos comparten con los computadores en una casa, de modo que los sistemas que resultan más críticos tengan prioridad sobre los menos importantes o simplemente establecer control parental sobre dispositivos que no son computadores (como tablets, smartphones o consolas de juegos).
En este punto la simplicidad es la clave y así lo ven los fabricantes que cada día innovan para que las redes de hogar sean simples, seguras, confiables y con la mínima configuración de parte del usuario.
Al final, es esperable que la evolución tecnológica de los equipos sea acompañada por una evolución en las redes inalámbricas en el hogar para que cualquiera pueda disfrutar del potencial de estos nuevos productos, siendo lo más importante en esta etapa darse cuenta que en la red inalámbrica de la casa hay mucho más que PCs compartiendo el acceso.
Por Claudio Torres
Territory Manager Cisco Home Networking Business Unit, Argentina, Chile y Uruguay.
